Acuerdo por la deuda externa: ¿la juventud festeja?

Alberto Fernández cerró el acuerdo para reestructurar la deuda con los “lobos de wall street”. En campaña electoral había dicho que iba a investigarla. Terminó acordando para pagar hasta el bono por 100 años del macrismo.

"El objetivo que nos hemos fijado lo hemos logrado". Con esas palabras el presidente Alberto Fernández celebraba en una conferencia el acuerdo alcanzado con los bonistas para reestructurar el pago de la deuda externa.

Como en cualquier estafa, es imposible que todos terminen contentos. El estafador sale beneficiado o los estafados se liberan de la estafa, no hay medias tintas. Basándonos en quiénes festejaron el acuerdo, se puede determinar fácilmente de qué lado nos encontramos la inmensa mayoría de la juventud y lxs trabajadorxs.

“¡Finalmente se cerró! Defaultear jamás puede estar bien”, festejaba el ex-presidente Macri en sus redes sociales. “Gran acuerdo!” tuiteó Caputo, ex-ministro de finanzas del macrismo, uno de los principales impulsores del proceso de endeudamiento que sufrió el país bajo la gestión de Cambiemos. También llegaron las felicitaciones y la alegría de la misma presidenta del Fondo Monetario Internacional, de la Sociedad Rural y de decenas de empresarios, bonistas, especuladores y fondos de inversión.

Hoy nuestro país es menos libre, soberano y está más atado de pies y manos al imperialismo que ayer. La mayoría de los países latinoamericanos conocemos muy bien las consecuencias de “honrar” este tipo de deudas y de “agachar la cabeza” frente a los especuladores. En la historia de nuestro país esto sólo derivó en crisis que golpearon al pueblo trabajador y a la juventud como sucedió en 1989 con la hiperinflación o con la crisis de 2001.

Durante la campaña electoral, el propio Máximo Kirchner, actual diputado del Frente de Todos, afirmaba que los préstamos de deuda tomados por el gobierno anterior habían ido a parar al financiamiento de la campaña electoral de Mauricio Macri y que por esos mismos motivos se debía investigar para no convalidar la estafa. Pero eso no sucedió, desde ese momento ya comenzaba a ponerse en pie el discurso del actual gobierno con la “épica” del desendeudamiento y de la falsa soberanía: para poder sacar el país adelante, hay que echarlos a billetazos.

Según las planillas presentadas por el Gobierno, la deuda va a significar 797 mil millones de pesos. Si, leyeron bien. Es dos veces y medio más de lo que se va a destinar a cuestiones centrales como el presupuesto de salud para combatir la pandemia o al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).

Una deuda que no pasó por el Congreso, que los mismos funcionarios de Donald Trump admiten que fue para buscar la reelección de Macri, que tiene fallos nacionales que la declara como ilegal y fraudulenta. Con toda esa plata que la sociedad no vio: ¿Cuántas familias trabajadoras podrían llegar a fin de mes? ¿Cuántos hospitales y escuelas se podrían haber construído? ¿Cuántas becas se podrían haber entregado a decenas de miles de estudiantes para que puedan seguir estudiando?

El destino de la juventud no está escrito de antemano. En ningún lado dice que tenemos la obligación de aceptar un futuro de miseria, en un país donde todos los recursos que producen los trabajadores van a parar a los bolsillos de las grandes empresas, especuladores o a paraísos fiscales. Tampoco estamos obligados a tener toda la vida trabajos ultra-precarizados para multinacionales sin poder llegar a fin de mes. O a estudiar carreras para luego volcar nuestro conocimiento a corporaciones que destruyen el medioambiente o a empresas multimillonarias en vez de volcarlos al servicio de la sociedad. En esta estafa está en juego nuestro futuro, ¿vamos a quedarnos de brazos cruzados viendo cómo los estafadores festejan? (LID) Por Luca Bonfante / Sofía Battaglia