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Argentina: la “vetocracia” en acción

Desde el retorno del régimen democrático en 1983, casi 400 leyes fueron vetadas a nivel nacional. Una muestra más de los rasgos de un régimen profundamente antidemocrático.

22 de mayo de 2016

Tal como definió ayer Mauricio Macri, en la puerta de la planta de la avícola Cresta Roja, al vetar la ley antidespidos, ejercía una prerrogativa presidencial.

No falta a la verdad. Ese poder se lo otorgan los artículos 81 y 83 de la Constitución Nacional que definen la posibilidad de “desechar” parcial o totalmente una ley aprobada por las dos cámaras legislativas.

Así se consuma el funcionamiento de un mecanismo profundamente antidemocrático, donde la figura del Poder Ejecutivo pasa por encima de lo decidido por la mayoría de ambas cámaras legislativas.

En el caso que compete en este momento, un presidente como Macri, apoyado solo por un 24% de los votos en las PASO, rechaza una ley que, según diversos sondeos, cuenta con el apoyo del 60% de la población argentina y fue votada por legisladores que representaban una proporción de votos marcadamente mayor.

Lo realizado por Macri con la ley antidespidos no es solo una cuestión que pueda ser achacada al nuevo gobierno, sino que es parte de un funcionamiento intrínseco al régimen capitalista argentino. Régimen que no es la excepción, sino que reitera la regla de todos los regímenes democráticos a escala mundial.

Desde el retorno a la democracia, casi 400 leyes fueron vetadas por el Poder Ejecutivo. Entre los más recientes y recordados estuvieron los vetos de Cristina Fernández a la denominada Ley de Glaciares y al 82% móvil. Si el primero benefició a las grandes empresas mineras, el segundo terminó permitiendo la continuidad de jubilaciones de miseria para amplios sectores solo en interés de sostener una caja estatal que funcionaba, entre otros fines, con el objetivo de pagar la deuda externa.

Quién más recurrió a las medidas de veto fue Carlos Menem. Entre 1989 y 1999 vetó 195 normas sobre un total de 1.548 leyes sancionadas en el mismo período.

Raúl Alfonsín, el primer presidente desde el retorno del régimen democrático, vetó 45 leyes a lo largo de su mandato. De ellas, solo una fue ratificada en el Congreso.
Cristina Fernández vetó 18 de las 830 leyes que se sancionaron en sus dos mandatos. Por su parte, Néstor Kirchner lo hizo con 36 normas de las 600 que se votaron entre 2003 y 2007.

Antes de ellos tanto Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde también habían acudido a la herramienta del veto. En ese caso, el peronismo tiene en su haber el mayor porcentaje –después de Macri- con más del 20% de las leyes vetadas: 37 sobre 181.

Queda en evidencia una continuidad del funcionamiento del régimen político, donde la figura presidencial adquiere un peso y una preeminencia política enorme. Se trata de uno de los mecanismos con los que la clase dominante capitalista garantiza la continuidad de su dominio.

Así lo puso de manifiesto el veto de Macri, abiertamente funcional a los intereses del gran empresariado. (LID)

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