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Carta a Bernardo Kliksberg, asesor de la Organización Mundial de la Salud

Buenos Aires 29 de Junio de 2011

Dr Bernardo Kliksberg
Chief Advisor to the Regional Bureau for Latin America and the Caribbean
Asesor Principal de la Dirección del PNUD para América Latina y el Caribe, United Nations Development Programme
One United Nations Plaza
New York, NY 10017 USA

Estimado Doctor Kliksberg,

Nos dirigimos a Usted motivados por algunas de sus expresiones en el reportaje publicado el 28 de Junio pasado por el matutino Pagina12 de Buenos Aires-Argentina. En la nota a que nos referimos, Usted dice que América Latina produce alimentos para tres veces su población. En el caso de Argentina la producción de soja, que prevalece sobre todo lo demás, está destinada a la alimentación animal y a la producción de aceites, y últimamente también a biodiesel para la exportación. Como sabrá el país tiene, según cifras oficiales más de 15 millones de hectáreas ocupadas con este cultivo transgénico (según cifras no oficiales se indicarían bastante más de veinte millones) que conllevan un paquete “tecnológico” acorde a esos objetivos, compuesto por substancias químicas de todo tipo, por los biocidas: herbicidas, insecticidas, fungicidas, bactericidas, viricidas, que son tóxicas para vegetales, animales y personas. Algunos de estos agrotóxicos son totalmente prohibidos en países que se caracterizan a sí mismos como desarrollados. Creemos que definir a la soja y particularmente a la soja transgénica, como un alimento es un escándalo ético. Esperamos convencer a Usted de lo mismo, y que lo pueda expresar públicamente. Entendemos que su influencia como asesor de políticas públicas en Naciones Unidas es muy importante, y la admisión de este reconocimiento por su parte ayudaría a comenzar a poner en blanco sobre negro, conceptos tan primordiales como el que queremos expresar cuando hablamos de alimentos.

Gracias al artículo somos informados sobre su designación para asesorar a la Organización Mundial de la Salud sobre los determinantes sociales de la salud. Su aproximación al tema nos parece interesante. Tiene razón en cuanto al acceso al agua potable es uno de los determinantes sociales que afectan a la salud humana . En nuestro país el acceso al agua potable es un problema, coincidimos, pero no prioritario. El problema es el que el gobierno y empresarios que se dicen responsables no tienen voluntad de ver, sino por el contrario, la voluntad es de tapar cuales situaciones afectan al agua y las cuencas, alejando cada vez más la posibilidad -para otros un nuevo negocio- de ofrecer agua potable. Nos referimos a los monocultivos industriales especialmente de soja y a la aplicación de agroquímicos.

Aquí los problemas provenientes del modelo productivo de la sojización, en relación a sus efectos en la salud humana, los visualizamos y proyectamos en cuatro dimensiones : 1) Las consecuencias de la aplicación de agroquímicos de las poblaciones que viven en medio de las plantaciones, 2) las consecuencias del avance de la frontera agropecuaria en la salud humana 3) Los determinantes sociales de enfermedad, devenidos por la expansión de los sojales en el territorio Argentino incluidas superficies ocupadas anteriormente por montes nativos, tales como el desarraigo, el trabajo precario y esclavo, la vivienda precaria y el hacinamiento 4) Las consecuencias de la ingesta de productos comestibles a base de soja, generalmente consumidos por los sectores sociales de más bajos ingresos, tanto en las zonas rurales como en las urbanas y periurbanas.

En el primer caso, la contaminación del agua, el aire y los objetos de uso doméstico que afectan a los habitantes de los pueblos rodeados por sojales es muy alta. Sabemos sobre los males ocasionados por las substancias que se aplican en las plantaciones, y que el número de nacimientos de niños con malformaciones congénitas, enfermedades de la piel, respiratorias, cánceres, es mucho, muchísimo más alto que cuando no se plantaba soja. Desgraciadamente la construcción de la evidencia con que se cuenta para registrar el problema es anecdótica. Nuestro testimonio es de primera mano, ya que un número importante de los miembros del GRR Grupo de Reflexión Rural, viven en las zonas afectadas. Los que vivimos en las urbes o en el exterior hemos caminado el país para verificar la tragedia del sistema de sojización. Son numerosos los documentos escritos y gráficos realizados por nosotros y muchos otros investigadores para que alguien intente negar este desastre. Sólo con recorrer el pais y visitar los pueblos rurales rodeados de soja , el lego bien intencionado puede entender sobre lo que estamos hablando .

La segunda dimensión, es la de las zoonosis. La documentan los profesionales e investigadores de la salud quienes reconocen los efectos que el avance de la frontera agropecuaria de la soja en Argentina ha tenido sobre el surgimiento de brotes epidémicos de leishmaniasis cutánea como visceral, producto de la deforestación que sólo es frenada cuando la topología de las zonas afectadas no permiten que se continúe tirando la vegetación abajo. Otras enfermedades emergentes son las producidas por: “fiebres debido a Rickettsias como las fiebres maculosas, las fiebres manchadas, que pueden tener desenlaces fatales, y están asociadas a garrapatas que a su vez están asociadas a roedores”. En las cortinas o fajas ecológicas que se dejan al deforestar, se concentran roedores y el riesgo de Hantavirus para los pobladores aumenta en forma muy importante. La siembra directa lleva a las conocidas "ratadas" como otra de las consecuencias mencionadas por los profesionales de la salud. Es decir que con la siembra directa y la soja, aparte de la toxicidad ambiental consecuencia de profundos desarreglos ecos sistemáticos, se están generando enormes peligros sanitarios.

La tercera dimensión, también la conocemos por experiencia propia. Nos referimos a que la producción de soja en las ultimas dos décadas ha provocado el éxodo rural de muchos pobladores rurales. El desarraigo por destierro forzoso, por la fuerza de la violencia de la sojización y los monocultivos, sumados a todos los mecanismos sociales asociados: para-militares, policías, "judiciales", etc., es un determinante social relevante que provoca enfermedades así como desgarramientos familiares, desplomes culturales, desarraigo, crispación generalizada y violencia. El destierro esta intrínsicamente relacionado a la existencia de villas de emergencia y marginalidad en las ciudades, así como al impresionante crecimiento del poder “narco” en las zonas periurbanas, y esto encontramos que Usted no lo reconoce cuando habla de la problemática habitacional en las urbes.

La cuarta dimensión que para nosotros es particularmente problemática sería la relacionada con la soja que se utiliza en la elaboración de productos comestibles más baratos que saturan las góndolas de los supermercados urbanos, desde chorizos a alfajores, pasando por yogures, quesos y otros productos de las cadenas agro alimentarias y de la industrialización de alimentos propios del Agronegocio imperante como modelo económico. Hay un efecto que no se registra y que nuevamente la evidencia anecdótica señala que constituye un problema sanitario, nos referimos a la ingesta de productos no tan solo hechos con granos contaminados por agrotóxicos sino a pastas básicas con altos contenidos de fito-estrógenos. En este caso, el consumidor ( sobre todo el de menos recursos) tiene acceso principalmente a productos hechos con materias utilizadas para forraje en el exterior, convertidos en comida barata y peligrosa para el mercado interior. La pobreza y la ignorancia (de las clases medias también) lleva a comer soja disfrazada, los efectos en la salud humana no se estudian críticamente, la industria de la alimentación en nuestro país es muy poderosa para avanzar con investigaciones en este terreno. Los productos llamados orgánicos, que son los mismos que tradicionalmente el Argentino supo consumir anteriormente sin certificaciones, han devenido comestibles de lujo que se tienen en el mercado, pero a similar precio que en los mercados consumidores de los países ricos.

Sabemos que no hay voluntad política de prevenir los problemas mencionados porque el circuito comercial de la soja es usado para pagar las deudas contraídas por el estado de forma legitima e ilegitima en las últimos treinta y cinco años, otra parte del dinero se re-distribuye en planes sociales y en el llamado "fondo sojero" para embellecer municipios (asfalto, plazas, etc). Esto explica porque es inexistente la voluntad política de saber qué está ocurriendo realmente, cosa que sería fácil saber por medio de estudios epidemiológicos serios. Y a lo que sería asimismo fácil de poner freno con el fomento estatal para volver a vivir en el campo y con la prohibición de abastecer a la población con comidas elaboradas a partir de forrajes contaminados. Por lo tanto, las propuestas de políticas sanitarias basadas en los determinantes sociales son sistemáticamente desechadas o desnaturalizadas en el caso de Argentina, ya que no es conveniente, para el sistema económico y empresarial implantado, que se conozcan las consecuencias de ese modelo productivo (modelo que, en la economía tradicional, reduce estas consecuencias a la hipócrita expresión de "externalidades").

Seguramente a organismos como la OMC nuestras historias, al ser anecdóticas, no cuentan como válidas y suficientes para recomendar políticas sanitarias. Entonces, en vez de solucionar un problema considerando los determinantes sociales, lo que una seria planificación de los servicios de salud haría, se continúan profundizando los problemas que describimos. En otras palabras, que las discusiones sobre políticas sanitarias basadas en los determinantes sociales caerían en saco roto en el caso de Argentina si no se logra ver el problema que conlleva la agricultura industrial de la soja. Queremos enfatizar que al ignorar el problema, lo únicos que se seguirán beneficiando, serán las arcas públicas y empresariales.

Nosotros creemos que se tendría que detener la expansión del cultivo y paulatinamente sustituirlo por siembras alternativas y menos intensivas que sirvan, sobre todo, a que los argentinos se alimenten de forma variada y sana, como muchos lo supimos hacer antes de la entrada de los sojales en nuestros territorios. El que Usted como uno de los principales asesores de la OMS admita como determinante social los efectos negativos del modelo productivo de la soja y sus circuitos industriales sobre la salud humana seria un gran avance. Esta carta la hacemos pública, esperando desde ya su necesaria respuesta que también haremos pública, lo hacemos considerando la gravedad de lo manifestado y apelando a su probada sensibilidad en defensa de la salud poblacional.
Atentamente.

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