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Caso Maldonado: “Se montó una escena y plantaron un cuerpo”

Quienes estuvieron en el rastrillaje aseguran que, sea o no de Santiago, ese cuerpo llevaba poco tiempo allí. La familia Maldonado asegura que el lugar había sido rastrillado ya tres veces.

18 de octubre de 2017| Daniel Satur |

En la madrugada de este miércoles, tras una jornada extenuante (primero en el predio mapuche y luego en la morgue judicial de Esquel) la familia de Santiago Maldonado difundió un comunicado en el que afirma que “el hallazgo se produjo en un zona del río que ya había sido rastrillada en tres oportunidades. Hasta que no se realicen las pericias pertinentes no es posible establecer la identidad ni las causas de la muerte. Pedimos por favor se respete el difícil momento que estamos viviendo”.

Sergio Maldonado y su compañera Andrea Antico se habían retirado de la morgue judicial de Esquel poco antes de la medianoche. Un minuto después lo hizo el juez Gustavo Lleral, quien dijo ante periodistas que el rastrillaje se logró hacer “luego de un extenso diálogo, que todavía se mantiene, con la comunidad que ocupa el lugar”.

Consultado sobre la identidad del cuerpo hallado, Lleral dijo que no podía “dar ningún dato más por respeto a la familia. En cuanto podamos dar una información precisa lo haremos. Todavía estamos trabajando y hay que tomar medidas urgentes”. Por lo tanto, pese a las diferentes versiones que estarían confirmándolo, no hay aún ninguna información oficial que afirme que se trata de Santiago Maldonado.

Las pericias deberán determinar, ante todo, si ese cuerpo es el de Santiago. Si no lo es, deberán determinar entonces a quién pertenece. En ambos casos habrá que precisar la data de muerte, las causas del deceso y si el lugar donde fue hallado es el mismo en el que murió. Y deberá determinarse qué tipo de heridas tiene, si son mortales o no y si existe la posibilidad de que esa persona se haya ahogado.

Rastrillaje anunciado pero con reservas
En el procedimiento de ayer en el Río Chubut estuvieron el juez Gustavo Lleral, Sergio Maldonado, Andrea Antico y la abogada de la familia Verónica Heredia, los referentes de la APDH regional Julio Saquero y Mabel Sánchez y miembros de Pu Lof en Resistencia de Cushamen. Curiosamente faltó a la cita la fiscal Silvina Ávila, quien por la tarde había dicho que ese rastrillaje tuvo origen en un pedido suyo al anterior juez, Guido Otranto.

Según el juez, en verdad el rastrillaje lo había sugerido el jefe del equipo de buzos de Prefectura Naval, con el argumento de que los rastrillajes ordenados por el juez anterior no eran fiables. La jerarquía de Prefectura sugería que se volviera a rastrillar el tramo del río que va desde la altura de la vieja garita de vigilancia (río arriba) hasta unos 60 kilómetros dirección sur. Sin embargo, según una fuente que pidió reserva, los mismos buzos de Prefectura dijeron ayer, antes de iniciar el rastrillaje, que la tarea no tenía sentido porque ellos ya había “revisado todo el lugar” las veces anteriores.

El viernes pasado el juez Lleral había convocado a todas las querellas. Allí les comunicó, con la fiscal Ávila presente, su intención de realizar pronto un rastrillaje, lo que ya había anticipado también a la comunidad mapuche y a la familia de Santiago. Si bien no había tirado fecha tentativa, pidió a los presentes reserva absoluta sobre el asunto. “Es para evitar tener que ir acompañado de fuerzas de seguridad”, explicó.

Sorpresivamente un día después, sábado a la tarde, el secretario del Juzgado Federal llamó a las querellas para avisar que el rastrillaje iba a ser el martes.

A simple vista, ni hundido ni enredado
Apenas pasadas las 10 de la mañana los encargados del rastrillaje, acompañados por los miembros de las querellas, se repartieron en grupos y comenzaron el rastrillaje en las dos márgenes del río. Entre las 13 y las 13:30, cuando ya llevaban recorridos un par de kilómetros, uno de los buzos de Prefectura avisó que había encontrado un cuerpo.

Por el tipo de lugar y por la manera en que fue hallado, gran parte de los presentes coincidieron en que el cadáver no llevaba mucho tiempo allí. Ni por asomo casi ochenta días, que es el tiempo que lleva desaparecido Santiago.

El sitio, ubicado a unos 300 metros en línea recta desde la casilla de vigilancia y a unos 50 de donde se lo vio por última vez al joven artesano, ya había sido recorrido al menos tres veces en el marco de la investigación, en rastrillajes ordenados por el juez Otranto. El último fue el del lunes 18 de septiembre, el más violento y avasallante con la comunidad mapuche, protagonizado por casi 400 uniformados armados hasta los dientes.

Es un tramo del río, además, con poca corriente. El cuerpo estaba flotando boca abajo, ni hundido ni enredado en la maleza o las raíces, a lo sumo podía estar enganchado en una rama. Fue hallado a simple vista e incluso varias personas aseguran que era posible verlo desde diferentes ángulos a la distancia.

Poco después llegó al lugar personal de Criminalística de la Policía Federal y sobre el atardecer lo haría Alejandro Incháurregui, miembro del Equipo Argentino de Antropología Forense y perito de parte de la familia Maldonado.

Antes de que anocheciera Incháurregui pudo ver cómo estaba la escena, ya que se había mantenido sin alterar. Recién cuando pudo realizar su análisis de la situación, alrededor de las 21, se retiró el cuerpo del lugar. En una ambulancia fue trasladado a la morgue de Esquel, adonde también se dirigieron Lleral, Maldonado, Antico y Heredia.

“Lo que vivimos fue lamentable”
“Es totalmente implantado, es una escenografía absoluta”, diría por la noche en un mensaje de audio una de las personas que presenció todo el rastrillaje. “Plantaron un cuerpo y lo plantaron mal”, completaba un miembro de la comunidad mapuche que también estuvo allí todo el día.

En diálogo con este diario Mabel Sánchez, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), completaría la idea. “Lo que vivimos ayer fue lamentable. Terrible. Fue como una alevosa escenografía armada donde nos quisieron hacer actuar también a nosotros. Hilando fino, a pocos días de las elecciones, hay que preguntarse quién se beneficia con este armado”.

La mujer, que junto a Julio Saquero llevan años defendiendo y acompañando la causa de la comunidad mapuche de Cushamen, arriesgó un triste pronóstico: “Seguro que el Gobierno ahora va a montar una nueva campaña contra los mapuches, acusándolos de ser ellos quienes tenían el cuerpo”.

A la definición de quienes presenciaron el operativo se le puede agregar un elemento: la llegada veloz e inesperada al lugar de los hechos de un emisario de la Casa Rosada.

El secretario de Derechos Humanos de la Nación, Claudio Avruj, no puso buena cara cuando su jefe Germán Garavano le ordenó dejar el almuerzo y subirse cuanto antes al avión que lo depositaría en el aeropuerto de Esquel. Acababa de tuitear, contento, que estaba “con @mauriciomacri y los candidatos de #VamosJuntos en su cierre de campaña en Ferro!” y ahora le ordenaban viajar a la Patagonia a poner la cara por el Gobierno en medio de una situación crítica.

Pocas horas después, cual buitre con hambre, Avruj se acercó a la zona de la Pu Lof. “Vino con una actitud totalmente provocadora, se bajaron de sus camionetas sonrientes, con sorna, queriendo traspasar con prepotencia la tranquera”, dicen quienes lo fueron a recibir. “Se detuvo sólo porque los jóvenes de la comunidad repudiaron y repelieron su presencia”, agregan.

¿Cuál era el objetivo de Avruj viajando rápidamente al lugar donde hace 79 días su propio gobierno había descargado toda su furia represiva? ¿Buscaba, a horas del domingo 22, una foto junto al juez y la familia Maldonado en medio de un posible vuelco de la causa por la desaparición de Santiago? ¿Qué saben en la Casa Rosada sobre este hallazgo?

“Pedimos por favor se respete el difícil momento que estamos viviendo”, dicen los Maldonado. Y tienen razón. Por eso, mientras esperamos los resultados de las pericias, seguimos preguntando ¿dónde está Santiago? (LID)

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