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Comuna Argentina: los teóricos del “capitalismo para todos” de Alberto Fernández

Bajo el título Manifiesto liminar para una Nueva Imaginación Democrática, distintos intelectuales buscan posicionarse en contra del capitalismo y defender al gobierno de Alberto Fernández contra la derecha y el lobby empresarial anticuarentena. Lleva la firma de Dora Barrancos, Jorge Alemán, Ricardo Forster, Horacio González, Adrian Paenza y Raúl Zaffaroni, entre las más notorias de las firmas.

10 de junio de 2020

El documento señala un nuevo punto de partida para pensar una política que consideran transformadora: “El contexto global de la pandemia es el de la continuidad de la mayor crisis de la historia del capitalismo. Pone al desnudo las relaciones de producción y compromete las relaciones entre trabajo y capital. (...) Constituyen una gran y única crisis, sobredeterminante: la crisis civilizatoria del capitalismo, un proceso en el cual el sistema, aunque busque disimularlo enfrenta una vasta decadencia”.

¿Democracia radical sin Asamblea Constituyente?

A pesar del diagnóstico del carácter civilizatorio de la crisis capitalista de los firmantes del Manifiesto, su crítica al sistema queda reducida al neoliberalismo: “Desde fines de los años 70 y comienzos de los 80, el neoliberalismo se ha instalado como recomposición de un modelo consensual societario y de organización del poder. Y bajo formas más o menos violentas minó todo proyecto social alternativo”.

Al no haber proyecto social alternativo, el manifiesto liminar plantea que la crisis es “fundamentalmente política”, es decir de la dirección política del Estado. Así propone reducir la discusión a la de crear “un espacio de discusión democrática sobre los grandes dramas que atraviesan la Argentina: la cuestión de la deuda; la precarización laboral, el futuro del trabajo y de los y las trabajadoras; los modos de producción y consumo dominante; la necesidad de constitución de un sistema de bienes comunes; la educación pública, las ciencias y las artes; las desigualdades de clase, raza, etnia, género, geográficas, entre otras”. Para Comuna Argentina se trata de postular la democracia como salida: “El capitalismo es desigualdad, desesperación, hambre, explotación y muerte. Expresiones verificables en la vida material del ser. Por eso instamos a una mayor democratización, que es una radicalización de la democracia. Democracia radical significa igualdad, libertad, felicidad, relaciones armónicas con la naturaleza y la comunidad, el quiebre definitivo de las explotaciones”. El objetivo declarado es el de cambiar las formas políticas mediante un profundo debate democrático sobre los grandes problemas que atraviesan a la sociedad.

La convocatoria a debatir y radicalizar la democracia no cuestiona ninguna de las instituciones políticas existentes ya que no está acompañada del llamado a imponer una verdadera Asamblea Constituyente Libre y Soberana como forma de llevar a cabo un debate dónde participe toda la población y que ponga en cuestión los fundamentos del orden político actual, sus insittuciones y el sometimiento nacional. Mientras se plantea una “democracia libertaria, social, plebeya, plurinacional, republicana, hospitalaria, plural, feminista y antipatriarcal” se niega a proponer el instrumento que permitiría al pueblo movilizado barrer con el podrido régimen político que ha sido sostén de la ofensiva neoliberal.

Laclau otra vez

Sostienen los herederos de Carta Abierta: “Contra el “discurso neoliberal” que reserva la política a la clase dominante, democracia es la forma de sociedad en la que cualquiera puede hacer política y elegir libremente su forma de vida, y en la que los referentes sociales surgen desde una raíz popular, emergentes de luchas sociales y de resistencias a la injusticia. Cualquiera es más un conjunto social con conciencia que un mero individuo: una fuerza dinámica de transformación social, atravesado por las borrascas de la historia popular”. Podría decirse que el cualquiera formulado es una reivindicación de que la política no es patrimonio de los ricos. Sin embargo, también se puede interpretar que elude definir un sujeto que emerja de las borrascas de la historia popular y esté en el centro de la producción social para derrotar al capitalismo.

La formulación no dice una palabra sobre que la crisis capitalista muestra nuevamente que la rueda de la sociedad gira por la clase trabajadora y que se trata de reorganizar sus fuerzas y establecer una alianza social emancipadora a su alrededor. Por el contrario, el documento señala claramente que su objetivo es otro: “Es tarea democrática la reconstrucción del Estado y la nación sobre la base de un nuevo humanismo crítico. Se precisa un nuevo Estado que no puede ser sin una ’nueva teoría del Estado’. Que pueda recuperar su autonomía ante poderes económicos y políticos que –tal como aconteció con el gobierno de la Alianza Cambiemos– buscan colonizarlo e instrumentalizarlo en tanto gestor de sus intereses (…) Esto es: un Estado que pueda devenir plebeyo”.

Los precursores de una “nueva imaginación democrática” resucitan el planteo de Ernesto Laclau de que el sujeto es el Estado que sintetiza las demandas sociales: “Reivindicamos los gobiernos populares que han generado una serie de transformaciones fundamentales. Esas experiencias, unidas a la resistencia al neoliberalismo, constituyen el horizonte de nuestras luchas futuras”. Su objetivo es retornar por la senda de los gobiernos progresistas de la década anterior que alimentaban la experiencia populista en términos de Laclau. Semejante planteo, carece de cualquier balance sobre aquellas experiencias de gobierno, sobre sus ajustes, represiones sociales y capitulaciones que abrieron la puerta a la derecha proimperialista continental como se mostró trágicamente en Brasil y Bolivia o que permitieron que los empresarios “se la llevaran en pala” como gustaba decir Cristina Fernández de Kirchner en la tribuna.

Ciertamente los firmantes olvidan decir que el Estado en manos de Alberto Fernández, como símbolo de una nueva experiencia progresista, se encargó de priorizar “la salvación de los bancos, de las grandes empresas nacionales” como lo muestra el pago religioso al FMI en medio de una catástrofe social, la negociación con los fondos buitres, el rescate a los grandes empresarios como lo demuestra el pago de los salarios de los Ceos de Techint y Clarín. Y que cuando plantea una intervención estatal en nombre de la utilidad pública, lo hace para “rescatar”, usando el termino del propio presidente, a empresarios estafadores y endeudados hasta el cuello como en el caso de Vicentin.

Cuarentena y rescate estatal

El documento señala su oposición al "dilema “vida” o “economía”, planteado por los representantes del poder económico concentrado y del pensamiento neoliberal”. Advierten que los empresarios y sus voceros “quieren hacer añicos la cuarentena llamando a una productividad que no es otra cosa que la libertad de mercado que desequilibra todo el resto de las libertades, jerarquizándolas para unos y reduciéndolas para la mayoría. Lo que implica una grave decisión de desconocer las inevitables medidas de aislamiento en ámbitos poblacionales muy expuestos al contagio”. En este punto el texto señala los objetivos de la política sanitaria del gobierno: “La cuarentena, en cambio, está regulada y pensada como forma de despejar los oscuros obstáculos que hay ahora sobre nuestras vidas y por lo tanto sobre nuestra libertad. Es la única forma de impedir sin sofismas un desmoronamiento del trabajo, lo que nunca ellos protegieron y los que con sus maniobras corporativas en realidad siempre lo coartaron o despreciaron. Las desiguales condiciones de existencia material precisan un Estado activo en el cuidado de los sectores precarizados. Frente a esto es prioritario avanzar en un sistema impositivo más progresivo y en una más justa distribución de la riqueza”.

El Manifiesto olvida en primer lugar decir que la cuarentena se sostiene en un cogobierno de hecho con la derecha representada por el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, responsable político del crimen social de Ramona Medina y otros referentes de la Villa 31. Que este cogobierno ha cedido a las exigencias de los grandes empresarios compensándolos por la cuarentena y que esa decisión, lejos de cuidar el trabajo y combatir la precariedad, le ha dado vía libre a los patrones para suspender con rebajas salariales tal como lo demuestra el acuerdo alcanzado por la UIA y la CGT bajo el auspicio del Ministerio de Trabajo, con la suspensión de toda discusión paritaria. Le permitió incluso a las patronales como en Penta o Techint despedir a pesar de la existencia de un decreto que prohíbe los despidos. Además de que ha permitido una reforma laboral en los hechos que ha flexibilizado y precarizado, aún más, la fuerza de trabajo.

El texto no ofrece ninguna mención a que el Gobierno, durante la cuarentena, extendió el poder policial y que militariza los barrios populares para persuadir a quienes pretenda reclamar contra el hambre. El texto, también hace silencio sobre el crimen de Luis Espinoza en Tucumán por la Policia provincial. Tampoco señala que dio vía libre a los gobernadores, como Capitanich en el Chaco, a que repriman violentamente a los Qom, a la par que Alberto Fernández reivindica a Gildo Insfran, quien durante el kirchnerismo dio cátedra de como perseguir a los pueblos originarios. La democracia plurinacional y no racista del Manifiesto se da la cara contra el duro asfalto de los señores feudales del peronismo en el poder.

Tampoco advierte la declaración que su pedido de un impuesto progresivo a las grandes fortunas duerme en los despachos una siesta que amenaza con ser eterna.

De Carta Abierta a Comuna Abierta

El Manifiesto liminar sostiene que “Argentina es un país en disputa. Entre una clase dominante carente de proyecto nacional para las grandes mayorías, pero con capacidad de interpelación político-comunicacional y apoyo de los países centrales; y un bloque social heterogéneo que aún debe configurarse como bloque político con un proyecto cultural verdaderamente democrático”. Para librar esta batalla llama a “la unidad en la diversidad y de la reflexión colectiva”, para tal fin invita a cerrar filas detrás del gobierno: “convocamos a quienes nos sentimos parte del Frente de Todxs, como a todas las fuerzas democráticas y populares, a trabajar por la construcción de un gran movimiento por la democratización de nuestras naciones”.

Carta Abierta tiene su origen en la rebelión sojera del 2008 para cerrar filas contra el proceso destituyente contra el kirchnerismo. Comuna Abierta lo hace frente a una crisis capitalista de carácter internacional que supera todo antecedente histórico. Sin embargo, así como en el 2008 no estaba en su horizonte expropiar a los terratenientes, hoy tampoco está en sus objetivos expropiar a los expropiadores del capital. Pretenden, a lo sumo, exigirle al gobierno peronista que reemplace las funciones de la decadente y descompuesta burguesía nacional a partir de la intervención estatal. Claro que lo hace sin exigir la ruptura con el imperialismo, el no pago de la deuda externa, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, como medidas de autodefensa nacional. Ni siquiera piden la centralización bajo comando público de los recursos sanitarios de los alimentos y los productos de higiene como condición para combatir exitosamente la pandemia. Su planteo de una democracia radical renuncia de entrada a la Asamblea Constituyente como originaria de la misma. Su propuesta se reduce a pedirle a la clase trabajadora, las mujeres y la juventud perder toda independencia frente a un Gobierno que está afectando gravemente los intereses populares y cede constantemente frente a los empresarios y el capital financiero.

La crisis del capitalismo plantea la necesidad de un proyecto civilizatorio que solo puede ser impuesto en una lucha de clases abierta contra los capitalistas y el imperialismo. No llama entonces la atención que en el texto la rebelión afroamericana en el corazón del imperio, no merezca la más mínima mención. Sin balance llaman a repetir las frustraciones del pasado confiando en burgueses progresistas.

Una última consideración. El Manifiesto liminar de la Reforma del 18, que inspira el titulo de los continuadores de Carta Abierta, planteaba el sagrado derecho a la insurrección. El Manifiesto liminar de Comuna Abierta es una parodia, cuyo horizonte es la resignación de toda política emancipadora en nombre de un utópico capitalismo humanizado. (LID) Por Facundo Aguirre

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