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El crecimiento no llegará por el camino que transitamos actualmente

De mantenerse este sendero, no es probable que la economía muestre mejoras significativas en el segundo semestre de este año; así como tampoco en el ”tercero” o el “cuarto” semestre.

25 de julio de 2016| Magalí Brosio |

Durante los primeros meses del año, los funcionarios y simpatizantes del nuevo gobierno no escatimaron en anuncios y promesas sobre el gran futuro que los argentinos teníamos por delante: crecimiento, frenó a la inflación, pobreza cero y reinserción del país en el mapa mundial son solo algunos pocos ejemplos. Sin embargo, a la hora de responder cuál era el plan concreto del tan festejado equipo económico entrante que nos llevaría a lograr todos esos ansiados objetivos, las cosas no estaban tan claras y los argumentos comenzaban ya a flaquear.

Así, no sorprende que hoy nos encontremos con estas mismas personas relativizando sus propias palabras: aparentemente, las promesas de mejora para la segunda mitad del año se tuvieron que ver aplazadas para un “tercer semestre” y, por el momento, debemos conformarnos con una “luz, allá lejos, al final del túnel”.

En este contexto, cabe preguntarnos si realmente es una sorpresa el fracaso que han tenido las medidas del gobierno para mejorar la economía. Más allá de la cuota de responsabilidad que tiene sobre la situación actual la “pesada herencia” que dejó el kirchnerismo, resulta evidente que los resultados negativos obtenidos son consecuentes con las acciones tomadas y un simple repaso por ellas es suficiente para comprenderlo.

En un mundo donde los análisis económicos incorporan cada vez más dimensiones y variables acompañando la complejización de la economía, a veces resulta útil volver a las bases. La forma más tradicional de medir el PBI es mediante la suma de sus componentes (es decir: gasto público, consumo, exportaciones netas de importaciones e inversión) y tal y como indica la matemática, para que el total aumente, aquellas variables que se incrementan deberán hacerlo en mayor medida que las que caen. La pregunta que se desprende lógicamente de ello es entonces ¿cuál o cuáles componentes se espera que traccionen a la economía?; pero la respuesta es menos obvia.

El primer nominado en ser rápidamente descartado es el gasto público: el gobierno ha sido claro sobre su decisión de recortarlo y disminuir el tamaño del Estado. En segundo lugar, tampoco parece que el consumo vaya a reactivarse: en un contexto de despidos, negociaciones paritarias por debajo de la inflación y un incremento tarifario más que considerable, los ingresos reales de la clase trabajadora están aún más lejos de recomponerse y alcanzar niveles dignos.

Por otra parte, desde sus primeros días en el mando, el gobierno dio claros gestos al sector empresarial con medidas clave para su beneficio; sin embargo, esto no significó necesariamente incentivar la inversión y la “lluvia de dólares” jamás apareció. Tampoco parece que la situación vaya a mejorar en el corto plazo: los cambios en la administración del comercio exterior y los aumentos de los costos vía tarifas ponen en jaque a un sector productivo que ya contaba con importantes problemas de competitividad.

Quedan todas las esperanzas depositadas entonces en la balanza comercial, que si bien ha exhibido mejoras durante 2016, estas se explican principalmente por la devaluación. Este efecto, sin embargo, es espurio y, más temprano que tarde, desaparece. La única forma de mantener un superávit en el mediano plazo es a través de un incremento en las exportaciones de alto valor agregado y la búsqueda de nuevos socios comerciales dispuestos a comprar nuestros productos; lo cual no parece estar en la agenda del gobierno. Ello, sumado a la creciente apertura a las importaciones, complica las proyecciones futuras de este agregado.

En resumen, no queda claro cuál es el canal que para el gobierno nos conducirá hacia esa Argentina que pregonaron durante la campaña, pero sí resulta evidente que el crecimiento no llegará por el camino por el que transitamos actualmente. De mantenerse este sendero, no es probable que la economía muestre mejoras significativas en el segundo semestre de este año; así como tampoco en el ”tercero” o el “cuarto”.

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