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INFLACIÓN Y SALARIOS Salarios: la mayor caída desde 2002

El descenso promedio del salario real desde diciembre es mayor al 10 %. Llamativa quietud de las centrales sindicales.

22 de julio de 2016| Lucía Ruiz / Sebastián Sasso |

Los tarifazos y la devaluación aceleraron el proceso inflacionario que ha ido deteriorando el salario real de quienes cuentan con empleo registrado como nunca antes en 14 años. En el trabajo informal la baja es aún mayor.

Ante una inflación anualizada del 47,1 % (IPC CABA junio 2015-junio 2016) y paritarias cerrando en promedio en el orden del 33 %, promedio apenas superior al del año pasado, se observa con nitidez el derrumbe del poder adquisitivo que está sufriendo la clase obrera, con la complicidad de la inmensa mayoría de la burocracia sindical que mantiene una “llamativa” quietud.

Algunas investigaciones dan cuenta de este descenso del salario real en los últimos meses, aunque los datos no son homogéneos. El Informe de Coyuntura Nº19 del centro CIFRA-CTA calculó una caída del 12,1 % de los trabajadores registrados del sector privado entre noviembre de 2015 y marzo de 2016, aunque con la publicación reciente de datos oficiales los investigadores afirmaron a La Izquierda Diario que en la última estimación anualizada a abril la caída del salario real alcanzó 11,9 %.

Por su parte, el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), creado por la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) e investigadores del Conicet y respaldado por la CGT y la CTA, estimó recientemente un índice propio de inflación que arrojó una caída del salario del 12 % entre diciembre de 2015 y mayo de 2016.

Por último, el Observatorio del Derecho Social de CTA Autónoma informó que en promedio la baja del poder adquisitivo de los trabajadores y trabajadoras de convenio colectivo de trabajo en términos interanuales llega a niveles de 10,4 % en mayo de este año. Dentro de este conjunto, quienes más sufrieron una reducción real de sus salarios fueron los de la Administración Pública Nacional, con una baja de 11,72 %. Asimismo, el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) disminuyó 10,97 % en términos reales.

No es sólo una cuestión de cantidad

Por otra parte, los salarios no solo bajan en cantidad sino también en calidad, ya que muchos de los convenios en la actualidad incluyen sumas fijas no remunerativas, las cuales son difíciles de incluir como referencia salarial en las futuras negociaciones.

Otro punto a destacar es que como los convenios suelen pactarse en cuotas y no son retroactivos, hasta que se percibe el total del aumento ya pasó gran parte del año con pérdidas irrecuperables.

En el caso de las personas empleadas “en negro”, que en suma superan el tercio de la población trabajadora activa, es difícil encontrar datos precisos, pero es recurrente que sus salarios y su poder de negociación es menor y por lo tanto la merma en sus remuneraciones es superior. Durante la última década los trabajadores no registrados percibieron un salario que rondó el 60 % de lo que cobran los registrados (Mercatante, 2015).

Por último, bajo el macrismo las patronales no sólo se han visto beneficiadas por la reducción de los salarios en términos reales, sino que también el contexto de ajuste que imprimió el gobierno facilitó un endurecimiento de la disciplina laboral y el control en los lugares de trabajo. En este contexto se intensifican las jornadas laborales, el amedrentamiento para dividir y desincentivar la organización y la resistencia a los recortes en las condiciones de trabajo, aspecto que se evidenciaba también bajo otras modalidades durante el kirchnerismo.

El recorrido desde 2002

El brusco descenso del salario real observado en los últimos meses es el mayor en 14 años, cuando luego de la devaluación del 300% en el año 2002 el salario real había caído 28 % en promedio (Mercatante, 2015). En el 2014 la retracción tras la devaluación de enero realizada por Kicillof también había terminado con un deterioro salarial, que fue del 5,5 % en relación a 2013 para los trabajadores registrados.

Partiendo del piso bajísimo registrado en 2002 suele haber consenso entre los analistas de que en el periodo 2002-2006 se evidenció un crecimiento de los salarios en términos reales que recompuso la situación al ya bajo nivel previo a la devaluación de 2002. Tampoco hay grandes discusiones respecto al freno sin gran deterioro de los mismos desde 2006 a 2014, aún siendo un periodo conflictivo en cuanto a datos ya que a fines de 2006 comenzó a dispararse la inflación, el INDEC fue intervenido y sus estadísticas empezaron a ser falseadas. 2014 fue el año en el cual algunas consultoras mostraron una disminución promedio más marcada del salario real situada entre el 4 % y el 8 %, pero que no alcanza la baja actual.

El silencio sindical

Mauricio Macri, según lo dicho en enero en Davos, trató de fijar paritarias con topes del 20 % al 25 %, pero ante la creciente inflación desatada no pudo evitar la concreción de acuerdos superiores a ese número, que igualmente estaban por debajo de la suba de precios. La burocracia sindical trató de capitalizar (desde lo discursivo) esta leve mejoría como un logro, extraño “logro” si se tiene en cuenta la inacción con la que se conduce en estos tiempos y el modesto alivio retributivo.

Pero no sólo han dado tregua al gobierno con una habilidad asombrosa para evadir toda posibilidad de convocar a una huelga contra la caída más vertiginosa del salario real de los últimos 14 años producto de las políticas de ajuste. El silencio cómplice se expresó en cada nuevo ataque llevado adelante por el gobierno contra la clase trabajadora.

La persecución política y represión a los trabajadores que sí se organizan y enfrentan los despidos, las suspensiones y la caída de sus salarios ha sido una constante en el gobierno de Macri. Son 35 las detenciones a dirigentes y activistas realizadas en el marco de acciones gremiales, pero también otras 24 las llevadas adelante por gobiernos provinciales en los que también gobierna el FpV. En ninguno de estos casos la burocracia emitió palabra, ni hablar de acción.

El combo de la ofensiva contra la clase obrera lo completa un dictamen de la Corte Suprema del 7 de junio, que falló (de fallo y de falla) que solo organizaciones sindicales reconocidas por el Estado están en condiciones de realizar huelgas (Matías Aufieri, Ideas de Izquierda Nº31). Nuevamente, y en este caso más aún por su expreso beneficio del fallo, en las tres CGT primó la pasividad. Ni siquiera sus amenazas ante el posible veto a la ley anti-despidos fueron concretadas.

Por último, los tarifazos ya generaron un fuerte repudio social, pero la burocracia de las CGT y las CTA sigue haciendo la plancha. El aumento de tarifas incide directamente en la inflación y el bolsillo obrero y se aplica para pagar los platos rotos de las empresas vaciadoras.

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