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La disciplina de “la caja”: Macri repite el modelo kirchnerista

La represión kirchnerista en Santa Cruz reabrió el debate por el reparto de fondos a las provincias. El aporte discrecional de recursos hacia las “provincias amigas” no es privativo de Macri.

25 de abril de 2017| Mónica Arancibia |

El viernes a la noche el Gobierno de Alicia Kirchner reprimió a trabajadores docentes, estatales y jubilados que se concentraban frente a su casa. Allí se encontraba reunida con la ex presidenta Cristina Fernández.

Quienes protestaban lo hacían para reclamar por el ajuste que se viene descargando sobre la población trabajadora. Ajuste que implica salarios atrasados y porcentajes miserables para la negociación de las paritarias. El Gobierno kirchnerista ofrece a los docentes nada más que un 3 % de aumento salarial.

La represión, las movilizaciones y la respuesta de Cristina y Macri en las redes reabrieron la discusión por los fondos, el presupuesto y cómo se asignan los recursos a las provincias por parte del Estado nacional.

Rápido de reflejos, al arco kirchnerista –y una parte no menor del periodismo afín- salió a denunciar al ahogo fiscal al que es sometida la provincia por parte de Cambiemos.

Sin embargo, el mecanismo que denuncia el kirchnerismo no tiene nada de novedoso. El ahogo presupuestario –que ahora denuncia Cristina Fernández para Santa Cruz- ha tenido precedentes en los años en que la ahora ex presidenta gobernaba el país.

Se trata de un viejo mecanismo al que recurren los Gobiernos nacionales para disciplinar, obtener y quebrar voluntades de los gobernadores. Esto suele traducirse, en consecuencia, en apoyos dentro del Senado para leyes claves.

Mi amigo el gobernador

Las provincias “amigas” del Gobierno nacional son parte de la política nacional desde ha ya tiempo.

Durante el menemismo la provincia de La Rioja fue de las más beneficiadas en materia de presupuesto. No podía extrañar a nadie.

Bajo la corta presidencia de Eduardo Duhalde, los giros de la Nación a la provincia de Buenos Aires aumentaron sideralmente, pasando de $ 6.355 millones a $ 12.217 millones entre 2001 y 2003. Si bien, en ese período se produjo la devaluación de la moneda, la suba no deja de ser sustancial.

Durante los Gobiernos kirchneristas la provincia de Santa Cruz ocupó un lugar central en ese reparto de fondos nacionales.

El kirchnerismo y sus provincias amigas

Entre los años 2010 a 2015, Santa Cruz recibió asistencia financiera del Gobierno Nacional por $ 6.212 millones. De conjunto fue la tercera provincia más favorecida por la asistencia financiera de Nación.

La ayuda financiera a los distritos provinciales durante el mismo período solo fue superior en la provincia de Buenos Aires -también gobernada por el oficialismo en ese momento- que obtuvo $ 17.362 millones. Jujuy, gobernada por el kirchnerista Fellner, consiguió $ 6.409 millones.

Si atendemos al censo de 2010, la población de la provincia de Santa Cruz no alcanzaba al 0,7 % del total nacional, mientras que la de Buenos Aires implicaba a casi el 39 %. En términos comparativos, en el mismo período, cada habitante de la provincia sureña recibió 25 veces más que uno de la provincia entonces gobernada por Scioli. Demás está aclarar que la comparación es metodológica. Ni el dinero que llegó a Scioli ni el que llegó a Peralta fue a la población de manera directa.

Siguiendo el análisis, en el Presupuesto 2015 -según un informe elaborado por la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP)- Buenos Aires, Río Negro y Santa Cruz fueron las provincias que más dinero recibieron de la administración nacional para 2016 para obra pública.

Ese mismo informe detalla que la provincia de Buenos Aires obtuvo proyectos de inversión pública por $ 4.147,2 millones. Es decir, un 39,8 % más que lo previsto para 2014.

En 2015 el presupuesto nacional giró a Santa Cruz $ 2.058,6 millones para obras, un 87,4 % más que en el año anterior.

Si se observa los aumentos porcentuales, en 2015 los incrementos más altos fueron para Tucumán, Misiones, La Rioja y Entre Ríos.
Tucumán recibió un 125,5 % más de recursos ($ 392,2 millones). En Misiones, gobernada por el radical kirchnerista Maurice Closs, se ejecutaron proyectos por $ 349,1 millones (115,5 % más que en 2014). En La Rioja, gobernada por el kirchnerista Luis Beder Herrera, hubo en ese entonces un 115,2 % más de fondos. A Entre Ríos -cuyo gobernador era el kirchnerista Sergio Urribarri- se asignaron proyectos por $ 1.073,6 millones, con una suba del 88 % interanual.

La contracara fue la Ciudad de Buenos Aires liderada por el PRO, que ese año recibió obras financiadas por la Nación por $ 1.1.728 millones, un porcentaje 7,6 % menor al monto de 2014.

Córdoba y Buenos Aires: el apriete fiscal como parte de la pelea política

En 2012, en el marco de una interna peronista, crisis fiscal y política, el Gobierno de Cristina Fernández restringía los fondos a las provincias de Buenos Aires y Córdoba.
En el caso bonaerense, el Gobierno nacional no autorizaba el envío de los fondos que Scioli necesitaba para pagar sueldos y aguinaldo. Cristina Fernández evitaba dar el visto bueno para que el Banco Nación gire $ 2.800 millones al Banco Provincia, fondos necesarios para pagar los sueldos y aguinaldos.

En esa ocasión, públicamente, la entonces presidenta cuestionaba a Scioli afirmando que “todos tienen que aprender a gestionar los recursos de la misma manera que lo hace la Presidenta”. Se trata de prácticamente las mismas palabras que ahora utiliza el ministro Frigerio para referirse a Santa Cruz.

En el caso de Córdoba, ese mismo año estuvo la pelea con José Manuel de La Sota, quien apeló a los tribunales por el no cumplimiento del convenio para cubrir el déficit de la Caja de Jubilaciones. El gobernador acusaba al Gobierno nacional de no enviar los fondos correspondientes. Desde el oficialismo nacional kirchnerista se exigía un ajuste sobre los haberes jubilatorios para enviar esos montos.

Macri también tiene sus provincias amigas

En el presupuesto de Cambiemos para 2017 las provincias donde se asignaron más fondos son Neuquén, con un incremento del 67 % con respecto a 2016; Chubut; Buenos Aires y Córdoba. Allí las subas son del 56 %. Por su parte, la Jujuy gobernada por el radical Gerardo Morales y el massista Carlos Haquim, obtuvo un 55 % más que el año pasado. Santa Cruz sólo recibió un 1 % más que en 2016.

Las elegidas por afinidad política también se observan en las obras de infraestructura que reciben financiamiento de la Nación. Por ejemplo, La Pampa dispone de un 600 % más con respecto a 2016 y obtiene el 1,2 % del total de las inversiones nacionales. El año pasado ese porcentaje fue de 0,2 %.

Jujuy y Neuquén también son favorecidas con aumentos del 387 % y 367 % respectivamente. La provincia de Buenos Aires tuvo una suba de montos para infraestructura de 100 % y logra el 31 % del total de las inversiones en el país.
Por su parte, las provincias “castigadas” fueron Santa Cruz y Salta, que vieron un recorte de partidas nacionales para inversión en un 86 % y un 12 %, respectivamente en relación al 2016.

Un mecanismo de extorsión permanente

Como queda en evidencia, el uso discrecional de los fondos nacionales para disciplinar a gobernadores, intendentes y a otros sectores no tiene nada de novedoso. Cambiemos repite lo hecho por el kirchnerismo, premiando a las administraciones aliadas y castigando a quienes son parte de la oposición.

Como ocurre en muchos otros terrenos, aquí también el anterior oficialismo sufre las consecuencias de una estructura que utilizó, alimentó y reforzó, en función de sus propios objetivos. Ese sistema de premios y castigos permitió el alineamiento de gobernadores que se identificaban con un discurso progresista mientras ejercían un poder cuasi feudal en sus provincias. Los nombres de Insfrán, Capitanich, Gioja o Beder Herrara están ahí para ilustrarlo.

Las consecuencias de estas peleas entre Nación y Gobiernos provinciales las sufre el pueblo trabajador. El ajuste, en función de buscar “equilibrar” las cuentas, se descarga sobre la población laboriosa de cada distrito.

Precisamente, por eso, en esta pelea entre macrismo y kirchnerismo, para la clase trabajadora y el pueblo pobre no hay ningún bando que juegue a su favor. (LID)
Foto: La Nación

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