El concepto de guerra preventiva es uno de los mayores fraudes ideológicos de la historia contemporánea. Surge en el siglo XX, como la justificación esgrimida por el fascismo italiano para invadir a Etiopía. La guerra preventiva se enmarca en la tradición de los imperios europeos de presentar la creación de colonias como una tarea altruista, cuyo propósito era evitar el mal mayor que la "ausencia de la civilización" suponía. Es de notar la tremenda carga racista que esta perspectiva supone. La guerra preventiva, como dispositivo propagandístico, ha alcanzado su mayor desarrollo y sofisticación en tiempos más recientes, ya al servicio de la política exterior estadounidense.
Fuera del ámbito de la ideología, de la manipulación, la guerra preventiva no existe, ni puede existir. Como en la realidad no previene, sino que consuma el horror, la guerra preventiva debe entenderse dentro de la misma matriz de representaciones que hace, de un ministerio de guerra y ocupación, una Secretaría de Defensa de los EEUU.
El documento "Santa Fé IV", importante referencia de la concepción estratégica ultraconservadora que sustenta al gobierno de Bush, prescribe ya en el año 2000 que el gobierno bolivariano sea considerado una amenaza para los intereses estadounidenses. De acuerdo con este documento, el proyecto político de Hugo Chávez apuntaría hacia la creación de una república socialista que comprendiera los países de la Gran Colombia.
En consecuencia, el gobierno estadounidense, de manera directa y a través de sus operadores políticos nacionales, ha venido aplicando clara y progresivamente el dispositivo de la agresión preventiva contra Venezuela.
Bajo la premisa de que el gobierno bolivariano representaba una amenaza para el sistema democrático, una alianza de medios de comunicación privados, militares, y patronos, financiada por el gobierno estadounidense a través de mecanismos como la NED (New Endowment for Democracy), instauró en abril de 2002 una efímera dictadura en Venezuela. De no haber sido barrido rápidamente el gobierno de Pedro Carmona Estanga por la movilización del pueblo y el sector constitucionalista de las fuerzas armadas, la ofensiva diplomática de
los EEUU en pos del reconocimiento internacional de la dictadura habría dado paso al uso directo de la fuerza y a la ocupación militar. Naves militares estadounidenses incursionaron en aguas territoriales venezolanas durante el golpe, e interceptaron comunicaciones del gobierno legítimo; mientras tanto, la oficina militar estadounidense en las instalaciones de Fuerte Tiuna, en Caracas, intervenía directamente en el desarrollo del golpe.
(Texto completo del articulo en archivo adjunto )
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