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La oligarquía del futuro

Con la entrada en vigencia del régimen de biocombustibles, se consolida la transformación del sector azucarero en la Argentina y se abre un horizonte para el etanol que suscribe toda la clase dirigente, desde el Gobierno hasta Grobocopatel y Blaquier. La apuesta de un grupo empresario ligado a la dictadura por combinar la producción intensiva con la biodiversidad en la etapa actual. Un intento por decodificar el significado de los nuevos muertos de Ledesma. Brasil a la vanguardia en el tablero global.

29 de septiembre de 2011| Diego Genoud |

“Nuestro futuro empieza hoy y aquí”. Las palabras de Federico Nicholson ante la promulgación de la ley de biocombustibles, en 2006, expresan mejor que nada la transformación que experimenta la industria azucarera local. Director ejecutivo del complejo agroindustrial Ledesma, vicepresidente primero de la UIA que mejor se lleva con el kirchnerismo, titular del Centro Azucarero del Norte Argentino , Nicholson conduce la estrategia del grupo Blaquier para adaptarse a los nuevos tiempos.

La naciente industria del etanol es la gran apuesta del sector y la que explica el optimismo de los dueños de los ingenios. Se inscribe en un proceso que tiene razones estructurales y alcance global: el anunciado fin de los hidrocarburos y el advenimiento de la era de los biocombustibles. Las estimaciones oficiales apuestan a que, en el mediano plazo, el 20 por ciento de la energía mundial se cubrirá con energía renovable.

Por eso, Claudio Molina , el presidente de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, denuncia que los países petroleros presionan a los cerealeros para impedir el desarrollo de los biocarburantes. Molina no habla desde un lugar marginal. La entidad que preside fue fundada por el ingeniero agrónomo Héctor Huergo, director del suplemento rural de Clarín y ex titular del INTA en los años noventa.

Si todo sale como se pretende, dentro de diez años, algún presidente dará un discurso en el que fijará como fecha bisagra al 1 de enero de 2010. Es el día en que entró en vigencia el Régimen de Biocombustibles creado por las leyes 26.093 (Regulación y promoción para la producción y uso sustentable del biocombustible) y 26.334 (Promoción del Bioetanol).

El gobierno generó un marco regulatorio propicio, elogiado por Gustavo Grobocopatel en Crisis número 2. El principal impulso lo dio la 26.093 que estableció el corte obligatorio de las naftas con un 5 por ciento de bioetanol. Esa norma busca remediar en el mediano plazo la escasez de combustible en un país en el que se venden 5 autos por minuto. Hay un vehículo por cada cuatro habitantes –el índice más alto de América latina- y se camina hacia el millón de autos vendidos por año. En otras palabras, si el etanol avanza, tiene un mercado interno desbordante y congestionado.

Por eso, a través de la resolución 828/2010 la secretaría de Energía fijó el corte en 7 por ciento y la intención es ir elevando el porcentaje. Para cubrir esa demanda, hoy se necesitarían 400 mil metros cúbicos de etanol anuales, una cifra a la que se espera llegar en dos años. En 2011, el objetivo oficial es incrementar la producción en un 252 % con respecto a 2010.

Un mundo de azúcar y maíz

A diferencia de lo que sucede en Brasil, en Argentina la matriz energética se agota en los hidrocarburos. El 86 por ciento de la energía depende de las energías fósiles: gas (50 %) y petróleo (36%). El resto proviene de la energía hidráulica (5%), nuclear (3%), leña y bagazo (2%), carbón (1%) y otros primarios (casi 2 %). El biocombustible aún representa un porcentaje ínfimo, el 1,2 % del total que se consume.

Por necesidad y por condiciones, Argentina se vuelca hacia la opción del biodiesel para cortar el gasoil y el bioetanol para apuntalar a las naftas. El país ya es el segundo productor mundial de biodiesel, en base al aceite de soja. El etanol viene varios pasos atrás pero tiene más espacio para crecer.

En eso coinciden todos los sectores. Lo prueba el documento “La agroindustria para el desarrollo argentino, aportes para una política de Estado ”, presentado en junio pasado por cuatro ex secretarios de Agricultura de la UCR y el PJ. Según ese trabajo, existe un gran potencial para expandir la producción y aprovechar tanto la demanda interna como la demanda externa de los próximos 20-30 años. En 2020, la Unión Europea se propone cubrir el 20 por ciento de la demanda energética con biocombustibles.

Hoy alrededor del 60 por ciento del etanol mundial se produce a partir de la caña de azúcar. Europa y Estados Unidos fueron pioneros en crear una legislación que exige a los proveedores cortar los combustibles fósiles con biocombustibles. Los países subdesarrollados hicieron más tarde lo mismo.

Como una provincia brasileña

La región parece avanzar en el mismo sentido. Brasil no sólo es el espejo en el que se miran los sectores más ambiciosos de la clase dirigente argentina: es también el primer productor mundial de bioetanol y concentra el 45 % de la producción mundial. Junto con Estados Unidos, que produce en base al azúcar de maíz un 44 % más, son los dueños del etanol global.

En Brasil, la caña es una alternativa que hoy crece pero acredita una historia mucho más larga. La legislación que promueve el bioetanol -que abastece desde autos y camiones hasta aviones- se inicia en 1974. En los últimos 20 años, el área sembrada se duplicó: pasó de 4,3 millones de hectáreas en el ciclo 1991/1992 a 8,9 millones en 2008/2009, de acuerdo a los datos publicados en Clarín Rural en agosto 2011. En el mismo período, la producción de azúcar se cuadruplicó -saltó de 7,4 a 31,3 millones de toneladas- y la elaboración del biocombustible creció de 11,5 a 27,6 millones de metros cúbicos. Más números. El ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior indica que la caña hoy representa el 18 por ciento de la matriz energética nacional y que el 15 % de los 64.800 millones de dólares que ingresan a Brasil por exportaciones anuales corresponde a las ventas de azúcar y etanol.

En el país de Lula y Dilma, la nafta debe estar cortada en un 20 por ciento con etanol. El Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas indica que en 2009 casi el 90 % del etanol producido se destinó al consumo interno y el 10 por ciento restante se exportó principalmente a Europa. Ya hay 10 millones de autos que cargan el tanque con energía renovable. El gobierno del PT acaba de anunciar un plan decenal para impulsar la producción de etanol. De todas formas, en proporción, puede decirse que las zonas destinadas a la caña son escasas. Ocupa apenas el 3 % de las 355 millones de hectáreas cultivables que tiene Brasil.

BioBlaquier S.A.

En Argentina, la escala es mucho menor pero las características son similares. Hay 325 mil hectáreas sembradas con caña aunque es muy poca la superficie sobre la que podría ampliarse. Pese a eso, la caña cuenta con una ventaja indudable en la tierra del monocultivo. Lo explica la socióloga rural Daniela Mariotti, miembro del Grupo de Estudios Rurales, en un trabajo aún inédito. “El cultivo de caña no compite directamente con la soja (de acuerdo a los informes del sector sólo en algunas localizaciones cañeras se ha implantado soja) pues las condiciones agroecológicas de uno y otro cultivo son diversas. Es evidente que el territorio campesino cañero tensiona con el territorio empresarial cañero. El aumento que se ha constatado en el cultivo de caña no se debe a un proceso de recampesinización, sino por el contrario a un proceso de concentración del cultivo entre los grandes cañeros y los ingenios. De hecho, según Otto Gramajo, del Centro de Agricultores Cañeros de Tucumán, muchos nuevos jugadores en el sector azucarero provienen de la soja”.

El núcleo de la producción azucarera está en Tucumán, donde se asientan 15 de los 23 ingenios que hay en el país (hay otros 3 en Jujuy, 2 en Salta, 2 en Santa Fe y 1 en Misiones). La mayoría dispone de cañaverales propios con capacidad para sostener su propia molienda a lo largo de 15 días. La industria tucumana produce alrededor del 63 por ciento del total de azúcar.

El sector también experimentó la transformación que se inició en el mundo rural a partir de los años noventa. Mariotti -que participa además del Grupo de Ecología Política, Comunidades y Derechos- consigna que, en la primera década del siglo XXI, se produjo una sustitución de los propietarios tradicionales de los ingenios por competitivas empresas nacionales e internacionales y por otros inversores locales, como el caso de ARCOR que compró el Ingenio La Providencia, o la corporación estadounidense ATANOR que adquirió el Marapa, el Leales y el Concepción, o Los Balcanes S.A, que es dueña del Aguilares, La Florida y Cruz Alta. En los noventa, además, la multinacional Seabord Corp , de Estados Unidos, se quedó en Salta con El Tabacal –de la familia Patrón Costas-, y el ingenio San Isidro pasó a manos de Prosal S.A. Esa mutación explica que hoy el 30 por ciento de la producción de azúcar esté en manos de inversores extranjeros y hace que el gobierno nacional considere a Ledesma Sociedad Anónima Agrícola Industrial (L.S.A.A.I.) como uno de los grupos económicos que mejor sintoniza con la estrategia oficial.

La mayor parte del bioetanol que se produce hoy en Argentina utiliza como insumo la caña de azúcar. El Estado impulsa la producción y asigna los cupos: rige un oligopolio privado administrado desde la esfera pública. El boom de los comoditties alcanza para que los grandes anuncien que asistimos a una nueva etapa en la historia azucarera argentina y que el etanol de caña sea presentado como el cultivo más económico y la mejor alternativa desde el punto de vista ambiental. “Es un momento refundacional de la industria. Se va a entrar en otro nivel de actividad. Los techos productivos que teníamos estaban marcados por el consumo interno de azúcar”, repite Fernando Nebbia, el presidente del Centro Azucarero Argentino (CAA). Nebbia, que fue funcionario del ministerio de Economía durante la gestión Lavagna , asumió en 2008 en reemplazo del ex secretario de Agricultura de Videla Jorge Zorreguieta , que no se fue a su casa sino que asumió al frente de la COPAL. El peso de Ledesma es decisivo dentro del CAA. Carlos Pedro Blaquier, Carlos Herminio Blaquier y Fernando Crotto son vocales del directorio en representación del grupo.

Una historia de sacrificios y riesgos

Los apellidos que se imponen en el sector remiten al pasado. Tanto Zorreguieta como Blaquier –que confía en que el juez de la causa por el Apagón de Ledesma, Jorge Olivera Pastor, no amargará su parsimoniosa vejez y se contentará con citar algún directivo en declive- han sabido reinventarse para transitar la etapa actual. Han entendido que la ideología no puede ser obstáculo en un tiempo en el que los negocios fluyen y el mundo nos demanda. Actores que razonan con una lógica que corre paralela a la de los discursos que genera la política. Parte de una elite que además se empeña en demostrar que un desarrollo productivo intensivo puede muy bien contemplar la preservación del medio ambiente y la biodiversidad.

Quizás estén comprendidos en una frase ambigua y, a la vez, contundente: “No importa tanto de dónde venimos sino a dónde vamos”. Cristina la enunció por primera vez en un acto en Plaza de Mayo durante el conflicto por la resolución 125 y por última en Tecnopolis con dos mil empresarios, incluidos los de Ledesma, que la aplaudían y sonreían.

A fines del año pasado, Bio Ledesma S.A inauguró una planta de deshidratación de etanol de última generación que tiene una capacidad de producción anual de 100.000 metros cúbicos . La planta absorbe el agua del alcohol que se obtiene de la molienda de caña de azúcar. A diferencia del alcohol etílico que produce Ledesma, el etanol debe ser deshidratado: se debe remover el 4 o 5 % del agua que contiene para la mezcla con nafta. La construcción de la planta, que demandó una inversión de aproximadamente 28 millones de pesos, es una clara demostración de que -en un contexto en el que los grandes players en el sector demoran sus inversiones- el grupo fundado por Herminio Arrieta está consustanciado con la estrategia oficial. BioBlaquier ya empezó a entregar etanol a las petroleras para que corten sus naftas.

Durante la inauguración, De Vido afirmó que la firma concentrará el 18 por ciento de la producción de etanol en Argentina. Por la empresa, no habló el mayor de los Blaquier sino Nicholson, la cara edulcorada de la compañía, que hoy cultiva una estrecha relación con Amado Boudou. “La nuestra es una historia de pioneros haciendo Patria en los confines de la Nación. También es una historia de sacrificios y riesgos, asociados con un mercado internacional extremadamente fluctuante debido a las políticas de los países más ricos”, dijo.

El Estado soy yo

Hoy Bio Ledesma con 49.000 metros cúbicos por año y Alconoa con 40.000 son las plantas más grandes que procesan caña. En julio de 2010, a través de la Resolución 553/2010, la Secretaría de Energía de la Nación le otorgó a BioBlaquier un cupo adicional de hasta 51.000 metros cúbicos por año a partir del año 2014. Ledesma destina la mitad de la caña a la producción de papel, donde concentra el 40 por ciento del mercado. Y el resto puede ir a azúcar o alcohol.

Este escenario es el que hizo que los cuatro muertos en Libertador General San Martín, en julio pasado, en un predio de 17 hectáreas que pertenecía a la empresa fueran indudablemente inoportunos. Ledesma busca desplegar otra estrategia para este tiempo. Reconversión tecnológica, consenso de los comoditties, desarrollo sostenible, biodiversidad, diálogo con el poder político. Claro, no siempre le sale.
Se supone que es eso lo que explica que los altos mandos del Gobierno no se hayan referido a estas víctimas –el primero era policía remarcan desde la empresa y repiten los amigos del equilibrio. A mediados de setiembre, finalmente el grupo cedió las 17 hectáreas a los ocupantes. Ese predio es insignificante para una firma que tiene hoy alrededor de 160 mil hectáreas en su zona de influencia; cuarenta mil plantadas con caña. Lo que estaba en juego ahí, además de ese pasado que siempre vuelve, parece haber sido más bien el mandato de la propiedad privada, que no se negocia. Otro de los componentes de hierro del nuevo orden que ya se anuncia a partir de 2012. Y que Blaquier comparte desde siempre.

Like Tompkins

Es que en su radio de actividad Ledesma es, desde siempre, el Estado. Todos lo asumen. Los actores sociales, el gobierno, la gente del pueblo. Por eso es capaz de armar un Plan de Ordenamiento Territorial para sus bosques que después el Estado replica a mayor escala. La iniciativa va de la mano con el camino que recorre la firma en la senda de la biodiversidad, donde asume compromisos ciertos de preservación.
El objetivo es refutar es el discurso radical ambientalista: desmontar el antagonismo entre biodiversidad y producción intensiva en ambientes llamados de alta complejidad ecológica. En ese rubro, existe una estrecha relación con la ONG ProYungas ; una alianza estratégica como la define su presidente Ale jandro Brown. El primer antecedente es la creación del Parque Nacional Calilegua ( 76.320 hectáreas ) en 1979, y el último en 2007 con la protección privada de unas 100.000 adicionales en la periferia del Parque y otras áreas silvestres. Hoy Ledesma protege el núcleo más importante y mejor conservado de Selva Pedemontana de Yungas en el noroeste argentino.
Como complemento del plan de ordenamiento, confió a ProYungas un Programa de Monitoreo Ambiental que se realiza con apoyo de especialistas en ecología del subtrópico del CONICET y de la Universidad Nacional de Jujuy.

¿Cómo se combina esa estrategia de preservación en alianza con ONGs ambientalistas con el desarrollo del bioetanol? La industria azucarera remarca que la ventaja de las energías renovables es que reducen el volumen total de dióxido de carbono que se emite en la atmósfera. El corte de otros combustibles en pequeñas proporciones, 5 o 10%, reduce los gases de efecto invernadero. Sólo existen voces minoritarias, como la del Movimiento Nacional Campesino Indígena o la del titular del INTI, Enrique Martínez , que advierten acerca del uso de la bioenergía y del impacto que puede tener en el precio de los alimentos. Desde el Grupo de Reflexión Rural (GRR), Jorge Rulli , remarca que las leyes de promoción de biocombustibles se aprueban hoy simultáneamente en muchos países del mundo como herramientas legales para dar seguridad jurídica al nuevo gran negocio de los bio. En el caso argentino, sostienen que se trata de leyes generadas desde al ámbito privado con la colaboración de algunos pocos funcionarios del Estado.

En el documento “La génesis de una política agraria”, Rulli y Stella Semino plantean el conflicto entre las tierra que se destinan a producir agroenergía y las que se destinan a producir comida. El GRR considera que el uso de algunos biocombustibles debe promoverse sólo si se parte de considerar que el uso de la tierra es prioritariamente destinado a producir alimentos y se supedita a que no haya hambre en las poblaciones. Por otro lado, sostiene que el desarrollo de la energía renovable debe ser considerado como un elemento más dentro de una política energética general que, por un lado promueva las diversas formas de energía renovable (eólica, solar) y, por el otro, indique claramente la necesidad de reducir los consumos de energía, específicamente en el sector del transporte. Por último, postula que una política de promoción debe determinar cuáles son las mejores fuentes de biocombustibles (aceites usados, biogas, tratamiento de basura).

La intención del largo recorrido que termina finalmente en este párrafo es múltiple. Inscribir el desarrollo de un grupo empresario ligado a la dictadura en el proceso actual, mostrar la complejidad de su estrategia de negocios, poner de relieve la transformación del sector azucarero en la Argentina de los comoditties, señalar el acuerdo mayoritario en el amplio arco de la clase dirigente en cuanto al régimen de los biocombustibles y a la posibilidad de combinar la producción intensiva con la biodiversidad. Volver a hablar de la tierra, de sus usos posibles, de sus dueños, de las luchas que reinciden en torno al metro cuadrado y de los nuevos muertos de Ledesma con otra perspectiva.

DESTACADO

1)
La mayor parte del bioetanol que se produce hoy en Argentina utiliza como insumo la caña de azúcar. El Estado impulsa la producción y asigna los cupos: rige un oligopolio privado administrado desde la esfera pública.

2)
Han sabido reinventarse para transitar la etapa actual. Son actores que razonan con una lógica que corre paralela a la de los discursos que genera la política. Parte de una elite que además se empeña en demostrar que un desarrollo productivo intensivo puede muy bien contemplar la preservación del medio ambiente y la biodiversidad.

3)
Hoy Ledesma protege el núcleo más importante y mejor conservado de Selva Pedemontana de Yungas en el noroeste argentino.

Este articulo será publicado en el número 7 de la revista crisis que en pocos días estará en la calle

revistacrisis.com.ar

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