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Las energías renovables podrían dar trabajo a 42 millones de obreros en el mundo en 2050

Lo señaló la Agencia Internacional de Energías Renovables: “El empleo se ha expandido de 7.3 millones en 2012 a 11 millones en 2018”. Evaluación integrada del ciclo de vida y disminución de costos también confirman los beneficios de una transición energética.

8 de junio de 2020

“El número de empleos en energías renovables en todo el mundo se ha expandido de 7.3 millones en 2012 a 11 millones en 2018. La modelización sugiere que la transición energética podría ampliar el empleo de energías renovables a 30 millones para 2030 y 42 millones para 2050”, declaró la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) en un reciente informe. “La mayoría de los trabajos se concentran en mercados clave como Brasil, China, Europa, India y Estados Unidos, los estados de origen de los principales fabricantes e instaladores”.

IRENA es una organización intergubernamental compuesta por 161 países (Argentina, México, Colombia y Cuba forman parte). Fue fundada en 2011 y se ha convertido en la principal plataforma para la cooperación internacional en la promoción de la adopción generalizada y el uso sostenible de todas las formas de energías renovables. Su informe Tracking SDG7: The Energy Progress Report (2020) fue publicado en mayo y en su elaboración también participó la Agencia Internacional de Energía (AIE), la Organización Mundial de la Salud (OMS), la División de Estadísticas de Naciones Unidas y el Banco Mundial.

Sin embargo, los beneficios laborales siguen siendo desiguales con respecto a la situación de la mujer: “Una encuesta global indicó que las mujeres constituyen solo el 21 % de la fuerza laboral en la energía eólica, en comparación con el 32 % en energías renovables en general y el 22 % en las industrias de energía tradicionales como el petróleo y el gas”.

La evaluación integrada del ciclo de vida (LCA) confirma el beneficio de las renovables

La descarbonización de la generación de electricidad puede apoyar la mitigación de la crisis climática y presenta una oportunidad para abordar la contaminación resultante de los combustibles fósiles. La implementación a gran escala de energía eólica, energía fotovoltaica y energía solar concentrada tiene el potencial de reducir los impactos ambientales de la producción de electricidad relacionados con la contaminación, como las emisiones de gases de efecto invernadero, la ecotoxicidad del agua dulce, la eutrofización y la exposición a partículas.

Sin embargo, las tecnologías renovables requieren mayores inversiones iniciales en infraestructura que los sistemas de energía basados en fósiles. Hace unos años un grupo de especialistas de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega y de la Universidad de California presentó la primera evaluación global e integrada del ciclo de vida (LCA) de la implementación a largo plazo y a gran escala de la generación de electricidad a partir de fuentes renovables (fotovoltaica y solar térmica, eólica e hidroeléctrica) y de captura y almacenamiento de dióxido de carbono.

El estudio, publicado en mayo de 2015 por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, concluyó que si bien “los requisitos de material por unidad de generación para tecnologías bajas en carbono pueden ser más altos que para la generación fósil convencional (11 a 40 veces más cobre para sistemas fotovoltaicos y 6 a 14 veces más hierro para plantas de energía eólica), solo dos años de producción mundial actual de cobre y un año de producción de hierro serán suficientes para construir un sistema de energía bajo en carbono capaz de satisfacer las necesidades de electricidad del mundo en 2050”.

Rápida disminución de los costos de las energías renovables

Según indica IRENA, otra sorpresa de los beneficios de las energías renovables es que los costos promedio ponderados globales para la electricidad de todas las tecnologías disponibles comercialmente para la generación de energías renovables han seguido disminuyendo en los últimos años.

En otro informe publicado en abril de este año, titulado Global Renewables Outlook: Energy transformation 2050, IRENA señaló que “la disminución en el costo de la electricidad de los proyectos de energía solar fotovoltaica (FV) desde 2010 ha sido notable. Entre 2010 y 2019, el costo nivelado promedio ponderado global de electricidad (LCOE) de la energía solar fotovoltaica cayó un 82 %, alcanzando los USD 68.4 por megavatio-hora (MWh), mientras que el costo de la electricidad del viento en tierra disminuyó un 45 % a USD 52.8/MWh. En los últimos dos años, las adquisiciones corporativas solares aumentaron un 44 % en todo el mundo, llegando a 5,4 gigavatios (GW) en 2018 y 9,6 GW en 2019”.

Entre 2017 y 2018, casi la mitad de todas las subastas de energía solar fotovoltaica se llevaron a cabo en el sur y este de Asia y el Pacífico, debido a los altos niveles de irradiancia solar y la caída del costo de la tecnología. “Solo India asignó 17 GW de subastas de capacidad fotovoltaica solar a un precio promedio de USD 42.3/MWh. Asimismo, China otorgó 5 GW de energía solar fotovoltaica a un precio promedio de USD 64.6/MWh en un total de 10 subastas, y Filipinas recibió ofertas tan bajas como USD 43.9/MWh en una subasta de 50 MW”.

Las subastas de energía eólica en tierra fueron las más utilizadas en Europa y los proyectos de energía eólica marina ahora son cada vez más competitivos con las fuentes de combustibles fósiles sin subsidios en los mercados mayoristas de electricidad. “Solo Alemania subastó más de 5 GW en siete rondas durante 2017-2018 a un precio promedio de EUR 51.65/MWh (USD 58.7/MWh)”.

Transición energética, planificación y democratización

La crisis climática se ha convertido en una de las principales preocupaciones de este siglo. La respuesta urgente a esa preocupación es una transición energética justa hacia una matriz sustentable y diversificada basada en las energías renovables y la eficiencia energética. El Acuerdo de París estableció el objetivo claro de limitar el aumento de la temperatura global a “muy por debajo” de los 2° C, e idealmente a 1.5° C, en comparación con los niveles preindustriales.

Sin embargo, si algo nos ha enseñado el capitalismo contemporáneo es que este es incapaz de llevar una sola de sus tendencias hasta el final. Para alcanzar el objetivo de los 1.5° C es fundamental que la transición energética justa, con sus beneficios laborales, ambientales y económicos, obedezca a una planificación estatal centralizada de la economía y a la recuperación y democratización del sistema energético en manos de trabajadores y usuarios, y así la energía deje de ser un sucio negocio y se convierta en un pleno derecho humano. (LID) Por Roberto Andrés

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