Radicales como Balbín, peronistas como Perón

La Democracia, que en este año cumple un cuarto de siglo de vigencia ininterrumpida, como lo expreso el Dr. Raúl Alfonsín, es no solo conflicto sino también construcción, y lo es sobre la estructura del respeto al adversario y de la batalla política en el marco de reglas claras, sin dobles mensajes, sin cambiar el sentido de hechos y dichos con el fin de instaurar el unicato o lo que es lo mismo la antidemocracia, la intolerancia, y la indiferencia por el otro.

Y sobre esta base recordamos aquella reconciliación Político-Partidaria acontecida en noviembre de 1972 entre los dos líderes, conductores de los partidos históricamente mayoritarios de la escena democrática argentina, Balbín y Perón caudillos populares que apostaron al diálogo y a la tolerancia en momentos muy difíciles para el pueblo argentino.

La historia cuenta que en la Casa de Gaspar Campos 1065, en Vicente López, fue el lugar en que, luego del salto del líder Ricardo Balbín a una tapia, se dio el abrazo entre los referentes radical y peronista, abriéndose paso a las elecciones del 73, luego de siete años de anarquías militares.

Este abrazo entre Perón-Balbín tenía y tiene un significado que va desde un profundo reconocimiento personal a una autentica legitimación recíproca de identidades.

Probablemente hubiera pasado algo semejante de no haber sido secretas las conversaciones entre el presidente conservador Roque Sáenz Peña y el radical Don Hipólito Yrigoyen. De las cuales derivaron la sanción de la ley del voto secreto y obligatorio (conocida como Ley Sáenz Peña), gracias a la cual el pueblo puedo participar de las elecciones y la Unión Cívica Radical llego al gobierno en 1916, cuando concentraba entre sus simpatizantes el mayor peso de las corrientes inmigratorias del siglo XIX.

Lo que a la luz de la historia quedo marcado a fuego entre quienes hoy siguen siendo radicales como Balbín y peronistas como Perón es que de ese hecho destacado quedo grabada una regla central del sistema democrático y que es ni más ni menos que el respeto a la oposición.

Esa fue la hora de poner de pie a los partidos políticos y hoy en homenaje a la verdad histórica y a la ubicación política debemos revalorizar el hecho e interpretar correctamente su significado, el cual se resume en el mensaje de que el peronismo y el radicalismo son partidos que en el ruedo político son adversarios, en el que cada uno de sus simpatizantes, afiliados o militantes es un orgulloso portador de la identidad específica que los diferencia, pero que nada puedo impulsar a estos partidos, bases fundamentales de nuestro sistema político, a recurrir a la violencia, al desprestigio del otro, a la eliminación por cualquier medio de la lucha electoral del partido opositor, sino asumir por sobre todo su disposición a ser esclavos de la ley, defensores de las instituciones, respetuosos de la Constitución y guardianes de los valores que dieron forma a nuestro país, entendidos como principios arquitectónicos de la lucha política en democracia.

Es sabido que aquel gesto de madurez democrática y de amor al otro que fue protagonizado por Perón y Balbín en 1972, no fue debidamente entendido y asumido por quienes eran seguidores de uno y otro, y por eso hoy debe ser cabalmente entendido este mensaje, sin oficialismo y oposición no hay democracia, sin reglas claras no hay sistema, sin consenso, disensos y tolerancia no hay continuidad. Así debió y debe ser comprendido, sin dobles mensajes que habiliten operaciones como las que llevan y llevaron adelante los transversales k con las consecuencias que hoy todos sufirmos, debilitamiento del sistema, internas dentro del gobeirno, inastabilidad institucional, y un futuro donde se divisan nubes negras si no entendemos que la convicciones, los ideales no se venden, y quien lo hace es porque no los tiene.

Por el mensaje que quedo y quedara grabado en la historia de los argentinos hoy peronistas y radicales tomando el ejemplo de nuestros lideres reafirmamos nuestra particular identidad y a pesar de esta mercantilización en que hoy intentan convertir a este arte de lo posible, a pesar de la banalización y del escepticismo popular seguiremos luchando defendiendo cada uno desde su lugar y bajo su bandera partidaria aquello que lleva en el alma y en la sangre, entendiendo que la Democracia solo se consolida y se respeta reconociendo al otro no como enemigo sino como adversario, respetando a las minorías, no en simples concertaciones o frentes electorales coyunturales y basados en la lógica del oportunismo sino entendiendo que nuestro sistema es el control por medio de los pesos y contrapesos del oficialismo y de la oposición, y por eso hoy más que nunca por estos difíciles tiempos donde todo tiene precio, donde todo se compra y se vende, donde el objetivo no parece ser buscar el bien común sino satisfacer apetencias personales, expresamos nuestro reconocimiento a quienes siguen siendo hoy radicales a la manera de Balbín y peronistas a la manera de Perón.