Yo soy quien pinta las uvas...

Yo soy quien pinta las uvas.../y las vuelve a despintar/Al palo verde lo seco.../y al seco lo hago brotar...” Esta famosa copla de nuestro Jaime Dávalos que integra la Vidala del Nombrador, vidala que se refiere naturalmente “al” Nombrador, le cabe como anillo al dedo al Justicialismo, que solo o en compañía de otras “patas” ha venido “pintando” y “despintando las uvas” a lo largo de sus numerosos gobiernos desde 1943.

En efecto y como prueba reciente de lo que señalamos, tenemos la media sanción en diputados de la ley por la que se “despintan” las AFJP, que habían sido ruidosamente “pintadas” en la década de los noventa por el gobierno justicialista de entonces, sin que los “despintadores” de ahora hicieran ningún comentario adverso en esa oportunidad ni se pongan colorados ahora. De manera similar, el actual gobierno justicialista y sus “patas” aliadas está “despintando” todas las privatizaciones que el gobierno justicialista de los noventa “pintó”, y mal, con su secuela de despidos masivos como el caso de YPF en nuestro norte y otros puntos del país.

Por supuesto, hay otros ejemplos de pintadas y despintadas, como las compras de los ferrocarriles al Reino Unido, esos mismos ferrocarriles que NO tenemos... junto a una enorme colección de chatarra de la Segunda Guerra, sin que ello quite las simpatías del gobierno justicialista de entonces, década de los cuarenta, por los nazis, y también tuvimos pintadas y despintadas con la famosa “tercera posición” que no obstante su estruendosa equidistancia de “los imperios”, “se despintó” cuando el gobierno justicialista de entonces, década de los cincuenta, negoció con las compañías petroleras de EE.UU....

Las pintadas y despintadas no se agotan en estos ejemplos; las “pintadas” que supusieron el apoyo a la “juventud maravillosa”, los Montoneros, tuvo su equivalente “despintada” con la Triple A, durante el gobierno justicialista de los setenta, y “pintados” de izquierda (o “despintados”, como se prefiera) se mataron mutuamente junto a los “despintados” de derecha (o viceversa) en Ezeiza, también durante la década de los setenta...

Parecería entonces que entre “pintar” y “despintar” no queda espacio para nada o nadie. Sin embargo, hay cosas que una gran parte de estos “pintadores” y “despintadores” han dejado de lado: la coherencia, los escrúpulos, los códigos éticos, el respeto a la Constitución... Queda espacio entonces para reconstruir la Argentina sobre estas bases. De eso se trata entonces...