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20 días de macrismo por decreto

La “máquina de hacer decretos” avanza a todo vapor. En tres semanas Macri tomó medidas a favor del gran capital y se propuso avanzar sobre pilares del relato kirchnerista, como la Ley de Medios, las retenciones al campo o la relación con los fondos buitres. Van 20 días, no exentos de crisis, que preanuncian las nuevas turbulencias que atravesará el plan.

31 de diciembre de 2015| Fernando Scolnik |

Como buen hijo político de Carlos Menem, Mauricio Macri no ahorró demagogia en su campaña electoral para llegar a la presidencia, plagándola de promesas que no iba a cumplir.

20 días después de su asunción, para ser justos, habría que decir que, en realidad, con la “máquina de hacer decretos”, que funciona a todo vapor, Macri está cumpliendo de forma rápida una parte importante de sus promesas, las que les hizo a los grandes empresarios, mientras que defrauda compromisos de campaña que había hecho hacia los sectores populares, y avanza sobre pilares del “relato” kirchnerista.

A gusto del gran capital, en sólo tres semanas Macri decretó de manera fulminante la devaluación, el levantamiento del cepo al dólar, la baja y eliminación de retenciones a la exportación de productos agrarios e industriales, anunció tarifazos dentro de los próximos dos meses, dio pasos para negociar con los fondos buitres, decretó la “revisión” de los contratos de trabajadores estatales, reprimió en Cresta Roja y anunció la intención de implementar un “protocolo” para cercenar el derecho a la protesta social, entre otras medidas que por momentos hacen olvidar que todo sucedió en tan solo 20 días.

Las promesas no cumplidas, de forma previsible, son las referidas a las condiciones de vida de los trabajadores y las relacionadas con justas aspiraciones democráticas. Sobre lo primero, no es difícil advertir que las medidas económicas del nuevo gobierno (que ya se sienten en la inflación y los despidos), lejos de avanzar hacia la “pobreza cero” prometida en campaña, apuntan exactamente hacia el lado contrario, aún cuando estamos recién en el comienzo de la política de ajuste (ni siquiera modificó el mínimo no imponible del impuesto al salario, como había prometido). El sentido de la flecha de las medidas económicas para el bolsillo popular es inversamente proporcional al sentido que tiene para los empresarios. Una fabulosa transferencia de recursos hacia las clases dominantes está en marcha.

Sobre lo segundo, cabe señalar que rápidamente la crítica al “autoritarismo” kirchnerista y al “avasallamiento” de las instituciones, así como la política del “diálogo” y el “consenso”, demostraron ser para Cambiemos nada más que consignas de campaña, y dieron paso a un nuevo régimen de decretazos permanentes, nombramiento en comisión de jueces para la Corte Suprema pasando por encima del Congreso, y a un magistrado amigo que sobreseyó a Macri en la causa por escuchas ilegales, casualmente a poco nomás de asumir la presidencia. El discurso republicano de campaña quedó allá lejos y hace tiempo. En un giro irónico de la política nacional, los roles se invirtieron respecto de cómo eran hace un mes: ahora son los K los que cuestionan el poco respeto a la democracia por parte del macrismo, y presentan cautelares para frenar decretazos.

El contrataque de los CEO´s en el poder

El macrismo y su gabinete colmado de representantes directos del gran capital avanzan entonces, a toda velocidad, con la “máquina de hacer decretos”, sobre pilares fundamentales de la política y el relato kirchnerista. Por eso, analistas como Artemio López afirman que estamos no sólo ante un nuevo gobierno, sino ante la construcción de un nuevo régimen poskirchnerista. Dejemos de lado por un momento que, respecto del plan económico, Daniel Scioli y sus asesores tenían muchas coincidencias con lo que el macrismo está llevando adelante, para concentrarnos en el hecho de que algunas medidas tienen también valor político y simbólico, y eso tiene consecuencias para el reordenamiento de los actores políticos en la nueva etapa.

El nuevo gobierno avanzó en cuestión de días sobre al menos tres temas de gran importancia política que en los últimos años fueron fuente inagotable de crisis y enfrentamientos: las retenciones a las patronales del campo que fueron motivo de una profunda crisis en el año 2008 y desde entonces pasaron a ser parte central del relato kirchnerista; el AFSCA y la Ley de Medios, que fueron el eje de la disputa entre el kirchnerismo y el Grupo Clarín, parte esencial también de la identidad del ex oficialismo; y el comienzo de una negociación con los fondos buitres, tema que Cristina Fernández colocó en el centro político en la última etapa de su gobierno.

Desde el punto de vista del kirchnerismo estos temas eran (son) considerados parte de su legado progresista para el país. Sin embargo, el ataque a los mismos por parte del macrismo le permite al kirchnerismo combinar su apoyo a la gobernabilidad, como oposición “responsable” y “democrática” (es decir, dejar que Macri aplique el plan económico), a la vez que quedarse con banderas para desarrollar su nueva ubicación desde la oposición contra el nuevo gobierno. Las concentraciones militantes en las plazas, con discursos de referentes K los fines de semana, buscan articular ese movimiento.

Pero mientras tanto, el futuro del plan macrista se juega no tanto en las plazas sino en los factores reales de poder. La elección de medio término de 2017 aún está lejos, y antes hay que sortear múltiples obstáculos. Mientras que el gran capital le da todo su apoyo a Macri, crisis e interrogantes han surgido por otros lados. La fuga de los condenados por el Triple Crimen sacó a la luz la crisis de autoridad del poder político sobre las fuerzas de seguridad, en este caso acentuada por tratarse de un gobierno nuevo y, para colmo, no peronista. Por otro lado, la imposibilidad de María Eugenia Vidal de aprobar el presupuesto provincial en la Legislatura bonaerense es un anticipo de que, tras el verano de los decretazos, el problema de no tener mayoría propia en el Congreso Nacional e importantes legislaturas provinciales será un factor permanente de crisis y tensiones. Por su parte, los cortes de energía y las inundaciones de estos días muestran que el macrismo deberá lidiar también con crisis estructurales que no fueron resueltas a pesar de los años de crecimiento a tasas chinas durante el kirchnerismo. Por último, pero no menos importante, un interrogante fundamental del plan económico y político estará en juego en las paritarias, cuando la clase obrera buscará recuperar lo perdido con la inflación y las clases dominantes intentarán que la devaluación sea “exitosa” desde su punto de vista, dejando rezagado al salario; cómo se ubique ante el nuevo gobierno la burocracia sindical será un dato clave en este sentido. En este marco, la izquierda debe intervenir de forma independiente, planteando otra salida a los grandes problemas, y desarrollando una gran fuerza militante en los lugares de trabajo, estudio y en los barrios para enfrentar el ajuste y los mecanismos antidemocráticos del gobierno.

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