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Análisis. De "estúpido" no tiene nada: CFK y la defensa del Estado garante de los negocios capitalistas

La vicepresidenta Cristina Kirchner participó del plenario de la CTA convocado con la consigna “La vigencia de Belgrano. Estado, mercado y precios: producción, trabajo y política social en una Argentina bimonetaria”. Allí realizó un discurso centrado en el problema inflacionario y económico del país pero que contó con múltiples condimentos políticos. Desde definiciones acerca de la "unidad" del Frente de Todos hasta duras críticas al "partido judicial" y al esquema de funcionamiento de los planes sociales, hoy bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social, donde tiene importante peso el Movimiento Evita, organización que se ubica cercana al llamado "albertismo".

22 de junio de 2022

Dando cuenta del carácter político del acto, el mismo contó con la presencia de varias figuras del oficialismo. CFK compartió panel con el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, y con el diputado nacional Hugo Yasky, titular de esa central. Entre muchos otros, pudo verse ahí a Sergio Palazzo (Bancarios) Pablo Moyano (Camioneros), Roberto Baradel (Suteba), Víctor Santa María (SUTERH) y Axel Kicillof, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, además de funcionarios nacionales y de la Provincia de Buenos Aires.

En la primera aparición pública luego de la renuncia de Matías Kulfas, Cristina Kirchner tomó la palabra para referirse nuevamente al rol del Estado en los problemas económicos que atraviesa el país, así como en la regulación del mercado. Su discurso, además, tuvo como centro identificar esencialmente el problema de la inflación -que viene golpeando duramente a las mayorías populares- con el endeudamiento externo tomado en los años macristas, así como con la escasez de dólares producto de la llamada restricción externa.

¿Regular el capital o garantizar sus ganancias?
Desde el inicio de su discurso Cristina Kirchner volvió a proponer la necesidad de regular el capitalismo, tal como lo ya lo había hecho en la Universidad del Chaco pocas semanas atrás. Respondiendo desde su propia visión a los argumentos de libertarios y neoliberales que buscan reducir el rol del Estado al mínimo, la vicepresidenta se preguntó “¿el Estado entonces es necesario, es innecesario? No, no, el Estado es imprescindible sin lugar a dudas. Es imprescindible”.

Sin embargo, en este esquema el rol asignado al Estado es el de garantizar el funcionamiento de la acumulación capitalista. Esto implica garantizar las condiciones que hagan posible las ganancias del empresariado. Graficando ese carácter "imprescindible”, en su discurso, CFK recordó las intervenciones estatales ocurridas durante la crisis bancaria de 2008. Sin embargo, en aquella ocasión la labor estatal fue completamente funcional a salvar la ganancia capitalista. Los Estados de las potencias imperialistas destinaron recursos públicos millonarios a salvaguardar a los grandes bancos privados que dejaron sin vivienda y en la calle a millones en todo el mundo.

“Si vamos a hacer capitalismo, hagámoslo en serio para todos y todas, sin exclusiones”, afirmó también la vicepresidenta. Pero, en la realidad, la intervención del Estado no modificó en esos casos -ni lo hace desde hace siglos- la naturaleza del capitalismo, que conlleva el aumento de las ganancias de un puñado de millonarios mientras destruye el ambiente, la salud y las condiciones de vida de quienes explota.

Otro de los ejemplos abordados en el discurso fue el rol jugado por el poder estatal durante la pandemia por el covid-19. Sin embargo, en el mundo post pandémico aumentaron las ganancias de las grandes empresas a costa del empobrecimiento y mayor desigualdad de las grandes mayorías populares. Ese es uno de los “resultados” de la “actuación” de los Estados en este período.

Proponer un capitalismo sin exclusión (“para todos”) responde, también, a la necesidad política del peronismo de reafirmar su sistema de ideas: el que afirma la existencia de intereses en común entre trabajadores y empresarios. Sin embargo, la realidad demuestra que el capitalismo y sus gobiernos cada vez generan más miseria para las grandes mayorías populares.

El esquema que propone CFK no está destinado a cambiar esa situación. Por el contrario, como lo dijo en el mismo acto, la vicepresidente propone “usar la lapicera” -como le recomendó a Alberto Fernández- para negociar “sin pelearse” con las grandes empresas. Su objetivo es garantizarles las ganancias. “No hay que agacharles la cabeza, no hay tampoco que pelearse, hay que discutirles, sugerirles orientaciones”, afirmó en el discurso.

En términos más sencillos, eso significa poner al Estado a garantizar condiciones para los negociados de distintos sectores del empresariado. A lo largo de su extenso discurso CFK se encargó de dar numerosos ejemplos de ese “uso de la lapicera” durante sus mandatos presidenciales. Este habría consistido, esencialmente, en negociar con las empresas garantizando sus ganancias a cambio de que demandaran menos dólares del BCRA para el comercio exterior.

Inflación y deuda macrista
Durante su discurso Cristina Kirchner insistió con una idea: las crisis inflacionarias del país están ligadas históricamente al endeudamiento externo. En ese marco, reiteró que la actual suba de precios está esencialmente originada en la deuda contraída con el FMI bajo el gobierno de Macri. “Es el producto del endeudamiento criminal de los 4 años del macrismo”, señaló.

Esta afirmación omite algo central: esa deuda, denunciada por odiosa y fraudulenta, fue legitimada por una renegociación en 2022, votada en el Congreso Nacional por la mayoría del Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Reconocer esa estafa implica políticas de ajuste que se aplican hoy sobre el pueblo pobre.

En su análisis sobre el endeudamiento y la restricción externa (escasez de dólares) la vicepresidenta apuntó contra el “festival de importaciones” que viene haciendo un importante grupo de empresas. Allí ubicó una de las causas principales de la incapacidad del Banco Central para aumentar de forma significativa sus reservas. Además, denunció las múltiples maniobras especulativas que realizan las grandes empresas exportadoras e importadoras. “No es que nos falten dólares, los dólares están afuera y ese es el problema que hoy tenemos", remarcó haciendo alusión a los múltiples mecanismos por los cuáles se fugan los divisas que ingresan al país por las exportaciones.

Lo llamativo de exponer este problema real es que pareciera que mecanismos así sólo funcionaron bajo el macrismo. Como si el kirchnerismo no hubiera gobernado nunca. Mirada globalmente la realidad fue otra. Entre 2003 y 2015 -durante los tres gobiernos de ese signo político- la salida de dólares excedió el ingreso de los mismos. La cuenta, tomando solo algunos aspectos, habla de pagos a acreedores de deuda por cerca de USD 200 mil millones. Además, hay que contabilizar una fuga de capitales que alcanzó -según cifras del propio BCRA- más de USD 100 mil millones de dólares. De conjunto, en esos años, la restricción externa no paró de ensancharse.

Uno de los problemas -que CFK prefiera no mencionar- tiene que ver con la estructura atrasada y primarizada de la Argentina. El “festival de importaciones” no se relaciona solo con maniobras -que efectivamente existen- sino, también, con la enorme dependencia de insumos extranjeros que tiene gran parte de la industria radicada en el país. Esa estructura económica y social no fue revertida en los doce años kirchneristas.

Sobre las causas de la inflación CFK mencionó, también, la concentración de la producción en algunas pocas firmas. “Dos empresas controlan el 70% del mercado o más del cemento (…) ¿Es sensato decir que esas empresas con esas rentabilidades y ese poder no tengan nada que ver en la formación de precios?”. Lo irónico del tema -si se nos permite el término- es que el Gobierno del Frente de Todos se viene negando a afectar los intereses y el poder de esos grandes monopolios. La salida del kirchnerista Roberto Feletti como secretario de Comercio Interior -ocurrida hace pocas semanas- graficó esa situación inacción frente a ese poder concentrado.

Poder que, por ejemplo, queda al desnudo nuevamente cuando las empresas agroexportadoras embolsan ganancias extraordinarias por el aumento de precios de alimentos en el marco de la guerra en Ucrania. Frente a eso, el Gobierno, a lo sumo, anuncia un proyecto para grabar la “renta inesperada” que difícilmente pase el filtro del Congreso.

¿Estado “estúpido” o negocios capitalistas?
Durante su discurso y haciendo mención a la fuga de dólares, Cristina Kirchner señaló “este es un Estado estúpido, un Estado donde no se articula la información que tiene el Banco Central con la información que tiene la CNV con la información que tiene la AFIP para poder desarticular y desarmar la estafa porque han estafado a la Argentina”.

Sin embargo, aquí no hay ninguna estupidez. Es, sencillamente, el funcionamiento del Estado capitalista en un país atrasado y atado a la dominación imperialista.

En Argentina, la fuga de dólares encuentra uno de sus canales más destacados en el poder que tienen los grandes bancos, muchos de ellos en manos extranjeras. Ese poder se ampara, entre otras cosas, en la Ley de Entidades Financieras que estableció la dictadura de Videla y se mantiene vigente, con modificaciones menores, desde entonces. Este lunes CFK criticó esa norma. Extrañamente, durante los 8 años en que fue presidenta no la derogó o impulsó su eliminación.

Una de las máximas expresiones que muestra cómo el funcionamiento del Estado está puesto para garantizar los negocios capitalistas está en el mecanismo de endeudamiento externo; todos los gobiernos posteriores a la dictadura aceptaron pagar lo que exige el FMI y acreedores extranjeros (fondos buitres) aunque fue tomada de forma ilegal, recurriendo a mayores préstamos y ajustes cuando los dólares no alcanzan. Un verdadero mecanismo de saqueo a los países más pobres, para saquear sus recursos mientras se imponen condiciones políticas que permiten la especulación financiera y la fuga de capitales en simultáneo. Una fiesta de ganancias mientras aumenta la miseria garantizando su dependencia.

Desconocer la deuda externa pública por ser ilegal, ilegítima y fraudulenta (probado por fallos y doctrinas jurídicas) tomada en perjuicio del pueblo trabajador es una de las medidas junto a la centralización de los bancos privados bajo un sistema bancario unificado y público -controlado por sus trabajadores-, y el monopolio estatal del comercio exterior para terminar con la fuga de capitales, especulación financiera y que toda la riqueza que genere el país se la lleve el capital financiero internacional y los países imperialistas como Estados Unidos.

Pero además, en el discurso Cristina Kirchner no mencionó siquiera alguna medida que permitiera defender los salarios frente al ascenso de los precios. Salarios que, a distintos niveles, ya vienen perdiendo contra la inflación. Tampoco se refirió a las jubilaciones, golpeadas por el ajuste casi desde el primer día de gobierno del Frente de Todos. Menos aún mencionó la precarización laboral -originada en los planes neoliberales de la dictadura militar y el menemismo- que se mantiene y extiende. Tanto en el Estado como en el sector privado.

Estos silencios tiene su explicación. Este lunes Cristina Kirchner le habló al peronismo y le habló a las grandes empresas recordando que el Estado está para garantizar sus intereses esenciales. "Regular" en este caso quiere ser defender los intereses de los capitalistas negociando, a lo sumo, las condiciones de acumulación y ganancias. (LID)

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