El conflicto que enfrenta al gobierno kirchnerista y a la patronal agraria es
una disputa entre dos polos capitalistas ajena a los trabajadores. Ni las
rentas de exportación, ni la caja fiscal destinada a la deuda externa y a
subsidios a otros sectores empresarios, van, ni irán al bolsillo popular.
Estamos por la socialización de la riqueza, para que esta llegue a los
trabajadores y el pueblo, conquista a la que solo es posible acceder, con una fuerte lucha.
Al contrario, esa renta la pagamos vía inflación todos loa consumidores,
incluidos los desocupados y los millones de trabajadores con salarios
inferiores a la línea de pobreza. Proviene de los obreros rurales de quienes ninguno de los sectores en disputa se acordó en cien días de crisis, cuando el 70% de ellos están en negro, con una ley del tiempo de la dictadura de Videla y con remuneraciones menores a un tercio de la canasta familiar. Por otra parte la "patria sojera", socia del gobierno, ha expulsado campesinos pobres y pueblos originarios que se organizan, luchan por su tierra y son reprimidos.
El "triunfo" de cualquiera de los bandos, al igual que un arreglo intermedio, entrañará más inflación, menos presupuesto para salud y educación, para viviendas populares, para todos los derechos universales del pueblo. Las "compensaciones" al capital las pagamos con privaciones. La inflación es anterior a este conflicto que la agravó, ahora los monopolios petroleros y de todo orden ejercen la liberación de precios y tarifas con el amparo del gobierno, incluidos los transportes que día a día aumentan en distintos lugares del país. En la Argentina de hoy de lo que se trata es de una salida al pueblo trabajador, no de la tasa de retenciones a un sector. De lo que se trata es de nacionalizar la propiedad terrateniente para ser explotada por los trabajadores y pequeños chacareros, repoblando el campo vaciado por el modelo
sojero y garantizando la soberanía alimentaría. Se trata de recuperar el
control de nuestros recursos naturales y estratégicos.
Las cúpulas de la CGT y la CTA capitaneadas por Moyano y por Yasky apoyan al gobierno, al igual que las organizaciones populares cooptadas hoy como aparatos clientelares y como fuerza de choque. La burocracia sindical rural y sectores internos de la CTA apoyan a la patronal agraria. Se arrogan una representación que no les reconocemos: impulsamos asambleas en todos los sindicatos y en todos los barrios populares.
Esa es nuestra propuesta para que la clase trabajadora y el pueblo
intervengamos con nuestras reivindicaciones y con una posición política
independiente en la crisis: por la nacionalización de todo el comercio
exterior para volcar la enorme renta de exportación minera, pesquera,
petrolera y agropecuaria a la industrialización del país, a los derechos
básicos y fundamentales del pueblo, a la red ferroviaria que no tenemos, (y no para el tren bala), por el cese del pago de la deuda externa con el mismo fin, garantizando un plan de obras públicas y viviendas populares que acabe con la desocupación, la falta de techo y los alquileres impagables.
NOS MOVILIZAMOS POR
Trabajo Que se otorguen puestos de trabajo en la obra publica para todos los desocupados. Blanqueo laboral general. Pase a planta permanente de los planes sociales. Por la derogación del estatuto negrero del peón rural.
Seguro al desocupado universal de $650 (canasta de indigencia)
Salario mínimo vital y móvil igual a la canasta familiar para los trabajadores de la ciudad, el campo, 82 % para los jubilados. Reapertura de las paritarias.
No a los topes del gobierno y la burocracia. Doble aguinaldo en julio.
Garantizar alimentos y energía para todos. Derogación del IVA en los productos de primera necesidad. Restitución de todos los comedores escolares, asignación mínima de $8 por comensal. Garrafas sociales a $10.
Exención de pago de servicios para desocupados o trabajadores por debajo de la línea de la pobreza.
Basta de represión, libertad a los presos políticos, desprocesamiento de los
luchadores populares
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