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Comprarse una isla para vivir, la obscenidad de la pandemia

“Las islas privadas se están convirtiendo en el refugio preferido de los multimillonarios para huir de la pandemia.” Así, en pocas palabras, cuenta la revista Forbes la nueva “tendencia” de los recontra ricos este 2020.

17 de octubre de 2020

El 2020 viene golpeando duro. A una maltrecha economía mundial que no lograba repuntar desde le crisis del 2008, le agarró algo más que “una gripezinha” (Bolsonaro dixit) y la pandemia del coronavirus terminó de tirar todas las estadísticas para abajo. O casi todas. Hay un puñado de personas en el mundo que no conocen de penurias, de necesidades, de crisis. Mejor dicho, saben cómo sacar provecho también en estos momentos.

No se trata de “habilidosos emprendedores” ni mucho menos. Son los grandes capitalistas, los banqueros, los terratenientes, esos requeterrecontra millonarios que, ¡oh casualidad!, también ganan en las crisis. Y lo hacen a costa de hundir a miles de millones en la pobreza.

Las consecuencias de la pandemia y las políticas de los distintos gobiernos agravaron las penurias de las grandes mayorías en el mundo: los refugiados que escapan de guerras y hambrunas, los que se quedaron sin trabajo, los que no tienen un pedazo de tierra ni vivienda, las mujeres que no sólo sufren mayor explotación sino que ven cómo aumenta la violencia de género en pandemia, los jóvenes precarios que son lanzados a los peores trabajos, como material descartable. En la Argentina vemos esos contrastes chocar hoy en la toma de Guernica: cientos de familias pelean por un pedazo de tierra donde vivir, un puñado de especuladores inmobiliarios quieren las mismas tierras para lujosos emprendimientos para unos pocos.

“Más allá que un mero capricho”
Comerse un chocolate, ahorrar para “esas” zapatillas, para algunos comprarse “la” guitarra soñada, tal vez un libro, alguna ropa “especial”, cambiar el celular antes que explote la memoria, un juguete caro cuando éramos niños, podrían llamarse caprichos. Y a veces ni siquiera eso. Pero comprarse una isla por “capricho” es como una burla de mal gusto para los miles de millones en el mundo que no tienen un metro cuadrado de tierra donde vivir. “Comprar islas siempre ha sido un capricho de los más ricos del mundo”, aseguran desde las oficinas de Forbes en la Quinta Avenida de Nueva York.

Pero si hasta ayer nomás esto podía ser considerado un “capricho”, hoy para dicha revista “estas inversiones adquieren un significado más allá del mero capricho”, producto de los riesgos de contagio por la pandemia del coronavirus. Eso sí, no todo es color de rosa, y también los multimillonarios vieron alteradas sus vidas. Según el Financial Times, “algunas de estas compras han tenido que hacerse sin tan siquiera haber visitado la isla antes”. A cualquiera le puede pasar.

Empujados por esta “necesidad”, la compra de islas privadas aumentó entre los más ricos del mundo, una “tendencia” que, según dicen, empujó a subir el valor de las mismas un 35%. Entre 3,5 y 150 millones de euros son los valores, aunque existen “ofertas” por debajo del millón.

Esta obscenidad de los “dueños del mundo” contrasta con las penurias de miles de millones que sufren las peores consecuencias de las crisis económicas y sociales, agravadas por la pandemia. Un sistema como el capitalista, donde cada vez menos ricos tienen más que la gran mayoría de la población mundial, merece perecer. (LID) Por Alejo Lasa

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