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Críticas al ministro de Ciencia por no investigar los efectos de los agrotóxicos

El biólogo Raúl Montenegro, Premio Nóbel Alternativo en 2004, cuestionó al Comité de Ética creado por el gobierno por avanzar sólo sobre las consecuencias de un producto contaminante y descartar el resto.

15 de mayo de 2009| copenoa |

Raúl Montenegro, profesor titular de Biología Evolutiva en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y Premio Nóbel Alternativo 2004, calificó de "improvisada y con dudoso valor ético" la decisión del Comité de Ética del Ministerio de Ciencia de solicitar la creación de una comisión para que investigue únicamente los efectos del glifosato en las personas.

Montenegro sostuvo que esta decisión "demuestra que somos una republiqueta, no un país serio. En lugar de actuar antes y sobre otros plaguicidas tan cuestionados como el glifosato, intervino tarde y para que se evalúe únicamente este herbicida, clave en los cultivos de soja RR".

Además, agregó que para la mayoría de los plaguicidas "ignorados por la Comisión" existen trabajos científicos "que demuestran sus riesgos a altas y bajas dosis. Se olvidaron por ejemplo del 2,4 D y del endosulfán".

El científico sostuvo que el ministro de Ciencia, Lino Barañao, "instaló la caza de brujas contra quienes cuestionan científicamente el impacto sanitario del glifosato". Agregó que esas críticas "son sospechosas pues el Ministro es un especialista en biotecnología que defiende enfáticamente los organismos genéticamente modificados (OGMs)”.

La soja RR desarrollada por la empresa Monsanto es un organismo modificado en laboratorio para que resista las aplicaciones del herbicida glifosato (Roundup, también desarrollado por Monsanto). RR es "Roundup resistant" es igual a "resistente al Roundup", explicó.

Montenegro, que es además presidente de FUNAM, aconsejó a los miembros del Comité Nacional de Ética que "antes de tomar decisiones estudien más profundamente el tema, no solamente recortes de diarios" y que "privilegien la seriedad, no el oportunismo”.

“Su sugerencia de crear una comisión argumentando que hubo denuncias sobre los efectos del glifosato es una agresión contra la ciencia y los investigadores independientes. Deberían saber que las investigaciones conducidas por el Dr. Andrés Carrasco confirmaron estudios anteriores que demostraban la alta toxicidad del glifosato incluso a dosis extremadamente bajas. El Comité de Ética debería dudar del glifosato, no de los investigadores", comentó.

También les recordó a los miembros del Comité Nacional de Ética que deberían haber tenido en cuenta "los siguientes criterios, no la sugerencia de un ministro ni las protestas autoritarias de las empresas que producen y comercializan plaguicidas":

1) Que los problemas ambientales y sanitarios no se deben solamente a un herbicida como el glifosato, sino a un conjunto de plaguicidas de uso permitido y restringido en Argentina. Para la mayoría de ellos existe abundante bibliografía sobre sus efectos negativos.

2) Que cada plaguicida comercial es un cóctel de sustancias y no solamente un principio activo, y que muchos de esos aditivos pueden ser extremadamente tóxicos.

3) Que dentro de los envases cerrados dedicados a contener los plaguicidas comerciales se producen cambios químicos, y que las sustancias derivadas de los principios activos y aditivos pueden ser eventualmente más tóxicas que las sustancias originalmente producidas en fábrica. Un buen ejemplo es el malatión. Dentro del envase cerrado puede generarse iso malatión, 6 veces más tóxico que el malatión.

4) Que la legislación argentina sobre plaguicidas está basada en las dosis letales 50 (DL 50 en castellano, LD 50 en inglés), es decir, en la dosis que mata al 50% de una población de animales de laboratorio deliberadamente expuesta. La DL 50 permite reducir el riesgo de que las personas mueran por exposición a una dosis letal, pero no protege a las personas de las pequeñas dosis simples y acumuladas.

5) Que el efecto más preocupante de los plaguicidas se debe a las bajas dosis, que no matan en forma instantánea pero se acumulan en los organismos expuestos, y en el ambiente. Entre los efectos que provocan destacan la alteración del sistema hormonal (disrupción endócrina) y del sistema inmune (que reduce la resistencia a ataques bacterianos y virales). Los marbetes de productos clorados, por ejemplo, no indican su potencial efecto sobre el sistema hormonal.

6) Que los embriones y fetos humanos, los bebés recién nacidos y los niños son más sensibles a los efectos de los plaguicidas pues tienen procesos de división celular más activos. Además, proporcionalmente a su peso, consumen más agua, aire y alimento que los adultos, y tienen mayor superficie expuesta. Esto facilita el ingreso de plaguicidas en sus organismos.

7) Que las personas de distintas edades tienen acumulados en sus tejidos grasos plaguicidas clorados que recibieron de sus madres por vía transplacentaria y lactancia, más los plaguicidas que ingresaron a sus organismos vía alimentos, agua y aire contaminados. Por lo tanto cualquier plaguicida que ingrese al organismo y produzca por ejemplo disrupción endócrina se "sumará" a los acumulados en el organismo que también provocan este efecto.

8) Que los ambientes terrestres y acuáticos, con sus matrices sólidas y organismos, son depósitos crecientes de plaguicidas, tanto de plaguicidas que ya no se usan pero cuyos residuos perduran, como Alfa y Beta HCH o DDT y sus metabolitos, y de los que sí se utilizan (como endosulfán). En muchos suelos el contenido de restos de plaguicidas crece en lugar de disminuir.

9) Que en Argentina no existe un sistema permanente para registrar la morbilidad (enfermedades) y mortalidad. Esto impide detectar los efectos de los plaguicidas sobre la salud humana.

10) Que la aplicación de plaguicidas en Argentina es irracional y caótica, y que en la inmensa mayoría de los casos se produce sin control del estado. La pulverización aérea es un despropósito que distribuye plaguicidas fuera de los campos tratados. No se forman además en las universidades profesionales que puedan asesorar a los productores para evitar los efectos de las bajas dosis de plaguicidas. Los ingenieros agrónomos por ejemplo no reciben formación para prevenir los efectos de disrupción endócrina y depleción del sistema inmune. Pueden evitar que las personas mueran por dosis letales, pero suelen desconocer los efectos de las dosis bajas, y cómo se mueven en los distintos ambientes ("rutas").

Fuente: Agencia Walsh

1 Mensaje

  • Es bueno saber que uno ,por lo menos,de los investigadores del Consejo Nacional de Investigaciòn Cientìfica- CONICET, como el Sr. Montenegro, ha a llegado a la madurez (cosa que no se puede decir del 90% de los demàs) y ha ha hecho el esfuerzo de sobreponer su condiciòn de humano a la de cientìfico. Su valentìa le dà derecho y capacidad para denunciar esta, que es sòlo una, de las muchas irregularidades que se dan dentro de esa instituciòn. En cuanto al tema del glifosfato en sì, el primer craso error ha sido aceptar sin chistar la intrusiòn masiva de las Organismos Genèticamente Modificados y, lo que es peor, de los Alimentos Geneticamente Modificados, en la Argentina. El uso masivo del gliofosfato no es mas que una consecuencia necesaria de esto. Ahora, que sea, justamente, el Sr. Barañao quièn haya defendido esa posiciòn de miserable incondicionalidad ante los designios de potencias extranjeras, no es de extrañarse. En efecto, el Sr. Barañao es miembro de Carrera del CONICET y para serlo, la primera (y en la mayorìa de los casos la ùnica) condiciòn que se exige es,justamente, esa, la ser incondicional ante los de arriba. Ya es malo, pues, lo que està denunciando el Dr. Montenegro, pero no es lo peor. Lo peor es que el CONICET, lejos de ser, como se lo presenta, el mentor de la ciencia en la Argentina, es su peor enemigo. Eso se debe a su caracter de trenza cerrada, o, mas diplomàticamente, corporaciòn. Los resultados estan a la vista, para jovenes con verdadera vocaciòn cientìfica, es mas dificil entrar al CONICET que a cualquiera de las grandes universidades de USA o Europa. Para entender esto, debemos situarnos en un contexto mundial. En ningùn àmbito la polaridad Norte -Sur es tan enorme como en ciencia y tecnologìa. Todos los paises subdesarrollados juntos, 120 paises, producen solo entre el cero (0) y el 1, 5 % de la ciencia mundial. Por tanto, a la Argentina, en media, le corresponde mas o menos el 1,25 POR MIL, del total. O sea, de cada 1.000 artìculos cientìficos, solo 1,52 vienen de aquì.La cosa es peor aùn, ya que segun datos oficiales (como los anteriores, la productividad de los cientificos argentinos es inferior en un 30% a la de los chilenos, siendo que estos tienen muchos menos recursos. Una vez trabajè para el CONICET en otra provincia, lo que mas me impactò, fue ver investigadores que entraban a las 11:00 de la mañana a trabajar.

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