En norte de la provincia de Salta la falta de trabajo genuino ante la indolencia gubernamental esta fortaleciendo el aumento de la precariedad laboral y explotación de miles de habitantes desocupados que viven en la ciudad fronteriza de Salvador Mazza
El futuro de estos pobladores esta establecido como bagayeros, el eslabón mas endeble del comercio ilegal en la frontera, que el gobierno pretende atenuar con la cuestionada resolución 2048 de la AFIP y el cobro de la tasa migratoria que han originado un nuevo bloqueo, consolidado por un reclamo que enmarca peticiones sobre derechos básicos sociales y económicos quebrantados una vez más por los estados provincial y nacional.
La desocupación sigue siendo de dos dígitos en el Departamento San Martín una de las zonas más ricas en explotación de petróleo y gas de la República Argentina, con el mayor porcentaje del país de ciudadanos procesados penalmente tanto por la justicia provincial y federal por reclamos y reivindicaciones sociales a sus autoridades.
Juan hoy tiene 30 años desde los 17 que es bagayero. Por encargo pasa desde una campera hasta una bolsa de harina entre la frontera que divide Argentina de Bolivia. “Si pudiera hacer otra cosa no lo dudaría” dice el diminuto hombre a Copenoa, aclarando “Acá no hay trabajo genuino, solo pueden estudiar y progresar los que tiene dinero, los demás como yo terminamos el secundario y nos espera ser bagayeros, otros están en Villa las Rosas” expresa Juan con rostro de mala suerte. Es que el 10 % de los internos, presos alojados en el Penal de Villa las Rosas en la ciudad de Salta fueron detenidos, procesados y penados por delitos federales, transporte de sustancias prohibidas como cocaína. La mayoría los internos federales son oriundos y con domicilio en la hoy zona de conflicto.
El comercio ilegal, también incluye a niños que sortean a diario la frontera en busca de algún bultito o bolsito que espera ser pasado. “Para pasar tenes que arreglar con la autoridad de los pasos cercanos al puente” dice sin temor un niño de 13 años que nosotros llamaremos Chango. “Le pasas algo a ellos y no hay problema” dice convencido Chango ya inmerso en los códigos del comercio ilegal formalizado por quienes deberían controlar.
La marginalidad, privación de la libertad y fundamentalmente la falta de oportunidades será el camino para los hoy jóvenes de Salvador Mazza hermanados en su realidad con los muchachos bolivianos del otro lado de la frontera.
Los gobiernos se culpan mutuamente evadiendo responsabilidades. El Nacional mediante la AFIP Administración Federal de Ingresos Públicos, denuncia una evasión millonaria que estarían cometiendo empresarios inescrupulosos, con la complicidad del los pasadores hormigas.
Mientras el provincial arremete con el discurso itinerante del centralismo porteño. A todo ello, la solución siempre se manifiesta a medias.
La falta de planificaciones en proyectos que puedan generar fuentes de trabajo estable para la zona, sigue siendo promesa de campaña, como el polo petroquímico que alguna vez se instalaría en Aguaray, y que tiene como prueba de la promesa incumplida su piedra fundamental como testigo.
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