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El peronismo y la incorrección política como tradición

“Con nosotros, los peronistas, no tiene lugar la política correcta y racional” escribió Antonio Cafiero en sus memorias, publicadas en 2011.

9 de mayo de 2016| Eduardo Castilla |

La frase solo se puede suscribir de manera parcial. La incorrección política es inherente al peronismo. Pero no hay nada de irracional en su proceder. La racionalidad peronista es el pragmatismo puro y duro. Los hechos marcan la línea política.

Por estos días, desde el llano, la “política correcta” cambia de forma. Quienes hasta ayer eran “traidores” se acercan al grado de aliados. Ya lo dijo Cristina Fernández en la puerta de los tribunales de Comodoro Py: se trata de un término “muy fuerte”.

Así, en el mismo Congreso donde Diego Bossio o Miguel Ángel Pichetto dieron quórum y votos al gobierno para lograr la aprobación del acuerdo con los fondos buitre, en estas horas se teje un acuerdo en pos de consensuar un proyecto común de ley antidespidos.

Así se vio el miércoles por la tarde cuando, después de la reunión de comisiones, todos confluyeron en la sede de Riobamba 71, donde José Luis Gioja tiene sus oficinas. La reunión logró aunar a quien hacía de local (que reviste en el FpV), Sergio Massa (Frente Renovador) y Diego Bossio (Bloque Justicialista) en una suerte de reunión pan-peronista, donde solo faltaba el apellido Rodríguez Saá para completar el conjunto.

Consensuar un proyecto común funciona como un intento del peronismo de oponer una agenda común frente a un gobierno que no cesa de ratificar su discurso pro-patronal, casi como haciendo de cuenta que la masiva movilización del pasado 29 de abril no hubiera existido.

El peronismo parlamentario quiere, aprovechando esa jornada, ubicarse como el vocero de una oposición al plan de ajuste y sus consecuencias sociales.

Unidad... pero hasta ahí nomás

Esta semana el peronismo coronó a su nueva conducción. Logró sortear con éxito el fantasma de una interna que podría haber desembocado en una crisis, así como también la posibilidad de una intervención judicial que hubiera puesto el PJ en manos de la casta judicial que, como señala Diego Genoud, hace lo posible por mostrar su funcionalidad al Ejecutivo.

Esta unidad permite, por el momento, empezar a ordenar la tropa. Pero no garantiza el fin de las tendencias centrífugas. Esta semana, el bloque de senadores de la Provincia de Buenos Aires sufrió una nueva ruptura. La nueva “bancada Peronista” (nombre original si los hay) tendrá 6 integrantes que -hasta ahora- responden a Julián Domínguez y Florencio Randazzo, los “perdedores” de las decisiones de Cristina Fernández en el 2015.

Barones y burócratas sindicales

El peronismo (re)unificado tiene el signo del peso del territorio. Gobernadores (o ex gobernadores) e intendentes marcan la impronta. No es ocioso que así ocurra. Se trata de uno de los poderes que quedó en pie tras la derrota electoral del “proyecto”.

Cierto es que se trata de un poder condicionado por la centralista estructura fiscal de la Nación. Si ayer era el látigo de Cristina el que ordenaba, ahora Macri tiene ese punto a favor. Por eso no sorprendió que la promesa de nuevos fondos para las provincias hay empezado a circular en las horas en que el Congreso discute una norma a la que Macri se propone vetar si es sancionada.

Pero el poder de territorio, por esas mismas razones, busca apoyarse en el autodenominado Movimiento Obrero Organizado, más conocido como burocracia sindical peronista. La demostración de fuerzas de hace poco más de una semana, funciona como una suerte de tarima a la que subirse para mostrar fortaleza ante el gobierno. Y ninguno se quiere quedar afuera de la foto.

El camino del 2017 (y el del 2019) está abierto. En un marco de crisis social y ajuste, avanzará más casillas el que mejor sepa hablar el lenguaje de la “protesta social” o del rechazo al ajuste. La política abiertamente antipopular del gobierno, marcada por el sello de los despidos, la inflación y la caída del consumo, no puede menos que empujar en ese sentido.

El mensaje del Pescador y el peronismo que viene

Este viernes por la tarde, la Feria del Libro fue escenario de la presentación de El mensaje del Pescador, libro escrito por Juan Carlos Schmid, secretario general de Dragado y Balizamiento, quien suena como futuro jefe de una eventual CGT unificada.

El libro, según su autor, busca “invitar al lector a reflexionar sobre las palabras del papa Francisco y su encíclica Laudato Si´, la cual nos interpela no sólo como sujetos de un mundo que mantiene los males de la exclusión, el consumismo, el medio ambiente y su cuidado, sino también como movimiento obrero, que debe tomar en cuenta su llamado al diálogo y buscar soluciones a todos estos problemas”.

El papa aparece como una suerte de guía para la reunificación peronista. Schmid no es el único que parece creerlo. Ya hace semanas, un sector de los intendentes de la provincia de Buenos Aires firmó el llamado Pacto de Padua que adopta como propias las definiciones del líder de la Iglesia Católica.

La reflexión llegó hasta las librerías (o hasta las imprentas). Facundo Firmenich –hijo del histórico dirigente Montonero- escribe que “a la expectativa del rol de Cristina después de dejar el gobierno, creo que el lúcido pensamiento de Francisco debe ser el vector evolutivo de nuestra doctrina para el siglo XXI” (citado en Peronismo, como explicar lo inexplicable de Santiago Farrell).

Como para que no haya dudas de que en el Vaticano parece alentarse la misma perspectiva, el lunes se conoció un tweet del papa que rezaba que "el problema del trabajo es grave, por los elevados niveles de desempleo juvenil y porque a veces el trabajo no es digno". Como no podía ser de otra forma, el gobierno lo tomó como una crítica a su política.

El liderazgo del peronismo es una incógnita aun. Hace pocos días, el sitio El Estadista daba cuenta de una encuesta que ubicaba como posibles conductores del peronismo a Juan Manuel Urtubey (26,4 %), en primer lugar. seguido de cerca por Sergio Massa (21,1 %) y por la ex presidenta Cristina Fernández (20,7 %).

Cierto es que el estudio es -a esta altura- “viejo”. Se realizó a fines de marzo e inicios de abril. Pero la política argentina se mueve a ritmos vertiginosos. El pasado 13 de abril, Cristina Fernández reunía a más de 40 mil personas en las puertas de los Tribunales de Comodoro Py. Allí lanzaba un abstracto Frente Ciudadano que, en pocos días, se materializaría en una serie maratónica de reuniones con diputados, senadores, intendentes del FpV, así como figuras del arte y la cultura afines a la ex presidenta. Tres semanas después de eso, el Frente Ciudadano, brilla por su ausencia.

Mientras el peronismo define los caminos de su reorganización interna y hacia la sociedad, el ajuste prosigue. Los despidos y la inflación no son más que un recurso discursivo para oponerse a Macri. Luchar contra las consecuencias sociales de esa política o contra las medidas misma, no es parte de la idea.

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