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Jujuy: Gerardo Morales prometió más mano dura y no habló de los despidos y la inflación

Una hora de acusaciones a la gestión de Fellner, media de intenciones y ni un minuto de anuncios que favorezcan a los trabajadores ante la inflación y los despidos en el estado y en el sector privado.

3 de abril de 2016

A las 19:00 horas del viernes el radical Gerardo Morales, unos de los principales socios políticos del presidente Macri, comenzaba su discurso en la cámara de diputados de la provincia. Funcionarios provinciales, legisladores y empresarios amigos se veían expectantes por lo que sería el primer discurso del líder de la coalición provincial Cambia Jujuy.

Podría decirse que la alocución del gobernador se dividió en dos partes, la primera, mucho más larga que la segunda, en la cual se dedicó a quejarse de la “pesada herencia” del fellnerismo y repetir recursivamente “se robaron todo” como viene haciendo junto a sus funcionarios desde que asumieron.

En su postura anticorrupción el punto de ataque fue la Tupac Amaru y Milagro Sala (aunque optó por no nombrar a quién está detenida por su gobierno desde el 16 de Enero) con una larga lista de supuestas irregularidades en el manejo de las cooperativas de vivienda con datos que sólo el oficialismo maneja como verdad. Recordemos que por ejemplo, los cheques por millones de pesos para las cooperativas de la Tupac Amaru en San Salvador llevan la firma del intendente radical, Raúl “Chuli” Jorge, algo que Morales no incluyó dentro de su catarata de denuncias.

Entre lo más controvertido encontramos que la aparición de todas las irregularidades en el IVUJ (Instituto de Vivienda de Jujuy) ocurre una vez que se inicia la cruzada contra la Tupac Amaru, cuando en realidad el radicalismo durante toda la gestión del PJ tuvo a su cargo el Tribunal de Cuentas, el organismo de control de lo actuado por el oficialismo. La vara de Morales sólo mide para un lado y no para los funcionarios que no controlaron, a quienes les cabría cuanto menos una causa por “incumplimiento en los deberes de funcionario público”.

Junto a las denuncias de corrupción destacó el conflicto “muy duro” con la Tupac Amaru durante 55 días que llevó el desalojo de la Plaza Belgrano. Algo que mostró como un triunfo, dejando implícita la detención ilegal de Sala que comenzó con una causa penal por la protesta frente a la Casa de Gobierno y que recibió un amplio repudio de organismos de DDHH, sociales y políticos, internacionales y de todo el país.

Su “batalla” contra la corrupción pretende respaldar uno de sus mayores cambios desde la llegada al gobierno como fue armar una justicia a su medida con mayoría propia y dar curso a una furiosa avanzada de las causas penales. Estas causas no solo recaen contra aquellos funcionarios acusados de corrupción, sino que buscan penalizar como delincuentes a los trabajadores que ejercen su derecho a huelga o manifestación. Este es el caso del Secretario General del Sindicato de Aceros Zapla, Víctor Aguirre y los delegados Walter Calapeña y Julio Mamaní.

Si bien la embestida contra la corrupción es el punto fuerte de Morales, se puede quedar corto o a media máquina, porque empieza a haber un marcado deterioro de las condiciones de vida de la población por el salto inflacionario y los despidos que comienzan a cambiar el humor social. Dicho de otro modo, “no se puede vivir de la anticorrupción” cuando hay tarifazos, inflación y despidos todos los días.

En la segunda parte del discurso, de poco más de 15 minutos ensayó una larga lista de proyectos, que no hicieron más que recrear los discursos de campaña y los demagógicos formatos del macrismo, donde se pretende generar un “nuevo” relato sobre un enorme estado burocrático y caro, y junto a ello, que sobran terciarios, empleados públicos y planes sociales. Así mismo se propone como el gran cirujano para limpiar los males de la gestión anterior. Este discurso a la medida de la “modernización del Estado” macrista que implica miles de despidos en todo el país, tuvo su cuota de cinismo, cuando se basa en defender los privilegios de los funcionarios, comenzando por el mismo gobernador que gana 198.000 pesos al mes y no tiene ningún problema ético al parecer, cuando el salario mínimo propuesto para los estatales es de $7660.

En relación al déficit estructural de vivienda ajustó el anuncio de campaña de 7.000 viviendas a sólo 3.000, la excusa es la “pesada herencia”. De ser así hacen falta 10 años para resolver el problema que afecta al menos 30.000 jujeños sin casa propia. Y a quienes no quieran esperar sus tiempos y resuelvan por sus propios medios la falta de vivienda le va a aplicar sanciones y causas penales anunció.

En todo el discurso quedó en claro que las principales problemáticas de la clase trabajadora no están en su agenda. El mismo día del discurso ATE y la Intersindical realizaron paro y movilización contra el aumento miserable del 22%. Nada dijo sobre esto como tampoco sobre qué políticas concretas tiene para frenar los mas de 1000 despidos de trabajadores estatales y municipales o los despidos en Aceros Zapla por el empresario vaciador Sergio Taselli, un mimado del kirchnerismo. Puede parecer remoto, pero recordemos que la promesa de Morales en campaña fue despidos cero.

Tampoco se escuchó nada sobre cuál es el plan para eliminar la brutal precarización del Estado y del sector privado. Si no por el contrario, Morales reafirmó el trabajo precario de las cooperativas para las obras públicas y viviendas; y por otra parte, se mostró preocupado por solucionar la “crisis” (eterna) de los empresarios tabacaleros reconocidos por el trabajo en negro, la superexplotación y el trabajo infantil.

De igual modo, no se vislumbra un plan de conjunto que genere trabajo genuino sino se ratificó el cierre de Mina Pirquitas, en el Ingenio La Esperanza una promesa de continuar pagando los sueldos (aunque no se dice que se hace con los miles de pesos que surgen de la venta del azúcar y el alcohol todos estos años) y una vaga promesa de inversiones en la energía solar y en proyectos forestales.

Detrás de la euforia de los primeros 112 días, el gobierno de Gerardo Morales y el massista Carlos Haquim, sin haber hecho muchos cambios de fondo, tiene que afrontar una realidad económica y social que no vislumbra un panorama de alegría, más bien los globos amarillos pueden empezar a cambiar por globos color preocupación.

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