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Repasando la historia.Alberto Fernández: un discurso contra los pueblos originarios que atrasa 150 años

Hoy en día el actual territorio de la Argentina está integrado por 38 pueblos o naciones indígenas dispersas en todas las provincias. Se hablan 36 lenguas originarias. El año 2019 fue declarado como el año de las lenguas indígenas. Cerca de un millón de personas se reconocen pertenecientes a distintos pueblos originarios. Sin embargo, el presidente expresó en una importante reunión internacional con la comitiva española: “los mexicanos salieron de los indios, los brasileños salieron de la selva pero nosotros, los argentinos, venimos de los barcos”. En un intento de obsecuencia presidencial el diario Página 12 alude semejante declaración a la estrofa de Litto Nebia de quien el presidente es un admirador. Podría haber citado otras.

10 de junio de 2021

“Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”
Distintas investigaciones arqueológicas describen que hay ocupaciones tempranas en el actual territorio argentino desde hace 15 mil años en la meseta central de la Patagonia y 11 mil en el noroeste. Las pinturas rupestres de la llamada “Cueva de las Manos” que constituyen un bien patrimonial mundial están datadas en 9 mil años antes del presente. Desde estas fechas más “antiguas” se plantan los colectivos indígenas para reclamar sus derechos territoriales.

Luego la dominación colonial, con sus transformaciones a lo largo de más de 300 años de conquista y colonización, se sustentó sobre la expoliación de los territorios de los pueblos originarios. Estos fueron usurpados, sus cuerpos colonizados, asesinados, esclavizados y evangelizados. Un plan genocida que se articulaba con explotación de las riquezas americanas y el establecimiento de lazos coloniales.

Luego del proceso independentista, durante el siglo XIX en Argentina el Estado convirtió “la lucha contra el indio” en una gran empresa de conquista y expoliación que puso las bases de la conformación de la gran propiedad latifundista, pilar del “modelo primario-exportador” junto con la dependencia del imperialismo británico. En la década de 1820 se impulsaron expediciones militares contra las comunidades indígenas en los actuales territorios de la provincia de Buenos Aires. Son conocidas las “campañas al desierto” impulsadas por Rosas y su articulación política con los “indios amigos” a los que intentaba controlar. Hasta la década de 1870 las políticas contra los indígenas quedaron bajo las orbitas de las autoridades provinciales que utilizando distintas estrategias militares combinadas con pactos y acuerdos con las etnias, fueron preparando el terreno para la política centralizada genocida impulsadas por Roca con el aval de los poderes legislativos del Estado.

La “conquista del desierto” avanzó contra las etnias originarias de la región pampeana y patagónica. Un tiempo después se decretará la “conquista del chaco” impulsada por Victorica. A la par de estos avances, se fortaleció el discurso de “civilización vs barbarie” y en este sentido se impulsaron diversas políticas para atraer la inmigración europea tal como queda expresado en el preámbulo de la constitución de la Argentina. Hasta los primeros años del siglo XX, las políticas migratorias fueron vistas como positivas. Luego los sectores de trabajadores migrantes organizados en diversas federaciones obreras comenzaron a ser reprimidos cuando impulsaron importantes huelgas.

Según expresó el presidente en un tweet, en “las primeras décadas del siglo XX, recibimos a 5 millones de inmigrantes que convivieron con nuestros pueblos originarios” una gran mentira. Los pueblos originarios fueron masacrados, encarcelados, llevados a campos de concentración, sus familias fueron desmembradas, les hijes vendidos, se formaron reducciones, fueron “prisioneros de la ciencia”.

Durante el siglo XX las políticas represivas hacia los pueblos indígenas continuaron. Las políticas del Estado argentino marcaron una línea de continuidad que atraviesa a los gobiernos radicales y peronistas. Sólo a modo de ejemplo, en 1924 bajo el gobierno del radical Alvear se produce la matanza de Napalpí en Chaco. Allí fueron asesinados 200 indígenas que se negaban a seguir siendo explotados en las fincas de algodón de los grandes terratenientes.

Durante el peronismo en 1947 los Pilagás fueron masacrados en Formosa por la Gendarmería Nacional mientras el entonces presidente, Juan Domingo Perón, daba un discurso en la Real Academia de Letras con motivo del 12 de Octubre de ese año, defendiendo la conquista y la avanzada española sobre territorio americano.

Los Pilagás pedían el pago en tiempo y forma de su trabajo realizado en campos azucareros. La mayoría de ellos trabajaba en el Ingenio San Martín Tabacal conocido por los ritmos de explotación a los que eran sometidos por su dueño Patrón Costas. El pueblo Pilagá fue perseguido y masacrado en el transcurso de un mes en los alrededores del pueblo Las Lomitas.

Continuidades: “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”
Aun bajo el ropaje de la interculturalidad y los discursos decoloniales se les siguen negando a los pueblos originarios sus derechos elementales. Además de las represiones y desalojos, los pueblos originarios sufren la desnutrición que lleva a que mueran niños y ancianos por enfermedades evitables, en un país que exporta millones de toneladas de alimento. Fueron los principales perjudicados con la pandemia se Covid 19 como describen diversos estudios realizados por universidades públicas y el Conicet.

En los 10 últimos años, y sólo a modo de ejemplo, la represión hacia las comunidades originarias se mantuvo. En el año 2010, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner en Formosa asesinaron al qom Roberto López y Eber falcón. Otras víctimas indígenas fueron asesinadas por patotas que defienden el feudo peronista de Insfrán y al agronegocio.

La represión desatada contra los pueblos originarios durante el gobierno de Cambiemos, generó la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado que apoyaba la lucha mapuche en tierras de Benettón y de Rafael Nahuel que defendía el territorio junto a su familia.

Estos ejemplos ponen en claro la continuidad de la política represiva del Estado argentino en función de asegurar la tierra en manos de los grupos capitalistas nacionales y extranjeros, mantener los negocios del monocultivo de la soja, la megaminería y el saqueo de los recursos naturales. Una vez más, es necesario apoyar a las comunidades originarias, su resistencia y lucha para mantener viva la pelea por sus demandas históricas, su cosmovisión y autonomía. (LID) Por
Hernán Perriere

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