Allí, en los confines de la provincia, la eliminación del monte pleno. Aquí, en lo urbano, la preservación totémica de unas escasas muestras de flora impoluta. Una conservación casi pulcra, engendrada por la mentalidad hija de la modernidad que descree y desconoce todo lo que no pueda ser sometido a sus designios, a su voraz pretensión por hacer de lo que la rodea una mercancía útil.