Se demoniza a los jóvenes pobres, que son el último eslabón de la cadena del crimen organizado, y se elude la decisiva complicidad de políticos, policías y funcionarios judiciales. La causa última son más de tres décadas de catástrofe económica y social. Sólo una fuerte voluntad política puede revertir esta situación.
El grave problema de la inseguridad tiende a ser abordado con una extrema simplificación por políticos y analistas: demonizan a los jóvenes pobres que son el último eslabón de la cadena del (...)