La muerte del fiscal especial de la causa AMIA, Alberto Nisman, alteró la habitual modorra política del mes de enero en Buenos Aires, conmocionó a la sociedad y aceleró las turbulencias, que eran previsibles en el último año del kirchnerismo en el poder.
El acontecimiento no impactó solamente en el gobierno, la oposición fragmentada, sin un rumbo definido, tampoco acierta a encontrar un lugar donde pararse frente a esta crisis. En realidad, Argentina por cualquier cimbronazo local o externo, gira (...)