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Israel da un giro más a la derecha: Se perfila un gobierno endeble para afrontar la crisis

La radicalidad derechista que augura el perfil del próximo gobierno, una mezcla de neoliberales, capitalistas y fundamentalistas religiosos opuestos al proceso de paz, preocupa tanto dentro como fuera de Israel. Hasta la lider del partido de centro derecha Kadima, Tzipi Livni, ministra de Asuntos Exteriores se ha negado a participar en un gobierno de unidad por calificarlo de extrema derecha.

3 de marzo de 2009| copenoa |

A la hora de publicar este artículo, a fines de febrero, todavía no se había formado un nuevo gobierno en Israel tras las elecciones del pasado 10 de febrero. Pero finalmente, y tal como se esperaba, el 20 de febrero el presidente israelí, Shimon Peres, encargó al líder del partido derechista Likud, Benjamín Netanyahu, la formación del próximo gobierno en Israel. A partir de ese día Netanyahu tiene seis semanas para formar un gabinete de coalición que luego deberá ser aprobado por la Knesset (el Parlamento israelí).

Ese día Peres se reunió con Netanyahu y Tzipi Livni, su rival de Kadima y la más votada en los comicios del 10 de febrero (aunque sólo le sacó una banca de diferencia), para proponerles un gobierno "de unidad", pero la jefa del partido centroderechista rechazó formar un gobierno de coalición.

Al término de la reunión, Livni afirmó que el gabinete que pretende formar Netanyahu es un "gobierno sin visión política". Y agregó: "Tal gobierno no tiene ningún valor y yo no le serviré de garante".

El apoyo de Israel Beitenu (literalmente "Israel es nuestro hogar"), el partido del ultraderechista Yvette (Avigdor) Liberman, fue clave para la elección de Netanyahu a la hora de formar gobierno. Con su apoyo, Liberman le otorgó a Netanyahu una mayoría parlamentaria de 65 diputados de un total de 120, un bloque de apoyo en el que están incluidos los ultrareligiosos y un partido aún más extremista de derecha que Netanyahu y Liberman a la vez, denominado "Unidad Nacional" (Haijud Haleumi).

De acuerdo con los resultados definitivos de la consulta, el partido Kadima fue el más votado con 28 escaños para el Knesset o parlamento, seguido con apenas un diputado de diferencia (27) por el derechista Likud, que dirige Netanyahu.

Sin embargo, el predominio de la derecha, a partir del tercer lugar obtenido por el partido ultranacionalista Israel Beiteinu, de Liberman (15 diputados), aleja las posibilidades de que Kadima pueda encabezar una coalición de gobierno.

El espectro político se mantiene aún muy cambiante, toda vez que dentro del partido laborista, que fue relegado al cuarto puesto con 13 escaños, se levantan voces para que dimita su líder, el ministro de Defensa, Ehud Barak, quien también pasará a la oposición. Por otro lado, los ministros del equipo saliente coincidieron en “pagar el precio” de no alcanzar una tregua duradera con el grupo islamista Hamas -que controla la Franja de Gaza-, si ésta no incluye la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, preso desde 2006.

Con tales resultados electorales: un refuerzo de la derecha y la extrema derecha, un bajón histórico del laborismo y la casi-desaparición del ultimo partido que se reivindica sionista y de izquierdas, Meretz, la situación política de Israel se vuelve mas volátil que nunca. A la izquierda solo queda el Partido Comunista y su frente Hadash, recogieron los frutos de la protesta frente a la criminal guerra en Gaza y el creciente descontento social producto de la crisis capitalista. Hadash aumento el número de diputados de tres a cuatro y su caudal electoral en un 30%. En las grandes ciudades aumentó su votación: en un 150% en Tel-Aviv; en un 100% en Jerusalén y en un 70% en Haifa. Incluso en la ciudad de Nazareth, la "capital árabe" de Israel, después de casi cuatro decenios de hegemonía comunista y de alcaldes afiliados a Hadash, logró mejorar sus históricos resultados.

La "revelación" de estas elecciones: Liberman condicionó su apoyo a Netanyahu a la formación de un ejecutivo de unidad nacional que incluya también a Kadima, con el fin de evitar "un gobierno inestable con 65 escaños de seis partidos distintos. Queremos un gobierno con todos los partidos sionistas". Pero, por el momento, Livni no está por la labor, a pesar de las reiteradas ofertas del Likud. "No fuimos elegidos para legitimar este gobierno de extrema derecha. Debemos representar un alternativa de esperanza yéndonos a la oposición", dijo la ministra de Asuntos Exteriores. La ironía es que Livni ha tratado de ganarse al xenófobo Liberman hasta el último instante. Como protesta, tanto los laboristas como Meretz, aliados naturales de la jefa de Kadima, optaron por no apoyar a ningún candidato. La radicalidad derechista que augura el perfil del próximo gobierno, una mezcla de neoliberales, capitalistas y fundamentalistas religiosos opuestos al proceso de paz, preocupa tanto dentro como fuera de Israel. El ex-embajador de EEUU en Israel, Daniel Kurtzer, decía que un ejecutivo liderado por Netanyahu y Liberman es "una mala combinación para los intereses estadounidenses".

Netanyahu ha venido sosteniendo las posiciones más duras en el conflicto palestino y esencialmente en la crisis de la Franja de Gaza. El dirigente logró la oportunidad de formar gobierno debido al apoyo decidido que recibió de partidos ultraderechistas y xenófobos.
Así, tiene en sus manos una problemática coalición de 65 diputados (de un total de 120). En ella se aprietan su propio partido de derecha política y económica, dos partidos ultrareligiosos enfrentados con otro socio de peso: un partido de ultraderecha al borde del racismo. También se enfila una agrupación de colonos de Cisjordania que enarbola las más duras consignas antiárabes y ultranacionalistas.

Netanyahu tiene seis semanas para formar su gobierno. Sin embargo, el tiempo apura. El presupuesto nacional para 2009 tiene que estar aprobado el 31 de marzo, y si no se consigue se deberá llamar automáticamente a nuevas elecciones.

Es interesante recordar que en 1996 este dirigente logró triunfar en las elecciones con una coalición muy similar a ésta. Pero fue esa misma alianza la que lo hizo renunciar dos años después bajo cargos de "haber cedido a los palestinos". También hay otro frente a tener en cuenta y es el social y sindical. Los dirigentes del trabajo en Israel no ven como una salida favorable las ideas neo-liberales y capitalistas a ultranza que siempre defendió este futuro Primer Ministro y el mes de febrero ya se perfila como un mes record en las cifras del paro, con decenas de miles de nuevos desocupados, y de luchas de los trabajadores, tanto en el sector público como en el privado. "Gobierne quien gobierne, los trabajadores y los palestinos perderán" comento un veterano militante sindicalista comunista.

* Sindicalista y profesor universitario, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Israel.

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