Ese fue el grito que retumbó al mediodía aquel 12 de enero de 1967 en nuestro SANTA LUCÍA de Tucumán. Hoy hace cuarenta años y aquella mujer que junto a cincuenta vecinos de ese pueblo, con un arruinado ingenio donde trabajaban casi tres mil personas, fueron caminando toda una noche, atravesando montes, cañaverales, ríos y riachos, caminos y rutas y así llegaron esa madrugada a Bella Vista, a treinta kilómetros.
“... Estaban los militares y ya habían cerrado muchos ingenios y decían que ese año lo cerraban al Santa Lucía, pagaban o no a la gente pero todos a la calle. Aquí en Santa Lucía ya hacía tres años que echaban obreros, el marido de la Hilda, el Flaco Molina estaba echado...“
Y respondieron al llamado de los sindicatos, de la FOTIA de Raúl Zelarayán, de Atilio Santillán, de Benito Romano, todos fueron allí a tratar de salvar a los ingenios.
Y Jorge Guerrero cuenta “... nos fuimos caminando toda la noche, tomábamos agua de los ríos. Cuando llegamos nos reúnen a todos en la cancha de Bella Vista y nos dan mate cocido y sanguches. Había gente de todos lados: del sur de la provincia, de la Ciudad, de Tafí Viejo, de casi todos los ingenios... Después la manifestación se hace frente al sindicato y ya habían hablado todos, estaban los de Luz y Fuerza, Agustín Tosco de Córdoba. Y a las once ya iba a ser la desconcentración y ahí se arma el quilombo... Todo en un segundo, los milicos nos atropellan...”
Y dicen que todos corrían, que “... con los caballos y a latigazos limpios, golpes con los palos y nosotros con insultos y con pedradas, un desbande tremendo. Los de Santa Lucía nos separamos, pasamos corriendo delante de la policía y ahí un tipo la llama a la Hilda desde la otra vereda y ahí, así de frente, el policía le apunta y ¡Pum! Un tiro en la cabeza y la Hilda cae al suelo, al lado del cordón de la vereda...”, “...un agujero inmenso en la nuca”. Dicen que “... ese tipo que la mató a la Hilda ya la venía siguiendo”... Y nos enteramos en el pueblo, fue un reguero de pólvora: “¡La han muerto a la Hilda!”
Desde su juventud Hilda Guerrero de Molina integraba la Rama Femenina Peronista con Aidé de Aguilar, doña Berta Argañaraz, Elena Orellana, Natalia Rearte, Fany Mercado, Virginia Chocobar y otras. Juntas fueron en tren a Buenos Aires, 1949, al Primer Congreso de la Mujer, el que convocaba la compañera Evita. En los años ’60 organizaban las ollas populares para paliar la situación. Como mártir de las luchas contra el cierre de los ingenios azucareros el ERP pone su nombre a uno de sus campamentos guerrilleros en los montes de Santa Lucía. Su hijo Juan “Pichín” Molina fue combatiente erpiano. Hoy está desaparecido.
Nació en Santa Lucía, tenía 36 años cuando la asesinaron. Su velatorio y cortejo fúnebre fue el más grande que hayamos visto, la llevamos caminando siete kilómetros hasta el cementerio de Acheral.
Inf: LUCÍA MERCADO, Santa Lucía, Tucumán.
luciasanta@infovia.com.ar
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