Se confirmaron aumentos por debajo de la inflación y ataque al bolsillo para los trabajadores del sector, con complicidad de la burocracia sindical y el Gobierno.
La Secretaría de Trabajo homologó finalmente la paritaria del Sindicato de Comercio, el gremio más numeroso del país, que representa a más de 1.200.000 trabajadores y cuyas escalas salariales terminan siendo referencia para buena parte del mundo laboral argentino.
La firma, que involucra a la Cámara Argentina de Comercio (CAC), CAME, UDECA y la Federación de Empleados de Comercio (FAECyS) encabezada por Armando Cavalieri, consagra un aumento que -más allá del show mediático y las negociaciones de pasillo- se ajusta a la receta de Milei y Caputo: mantener los salarios bien por debajo del aumento de precios mientras las patronales festejan y los trabajadores siguen perdiendo.
La letra chica del acuerdo y el festejo de los empresarios
El esquema homologado establece un 6% de aumento para el segundo semestre de 2025, con subas no acumulativas del 1% mensual desde julio a diciembre. A esto se suma una asignación mensual no remunerativa de $40.000 para todas las categorías, proporcional en el caso de jornadas parciales. El acuerdo incluye también una cláusula de revisión para noviembre, pero la experiencia reciente muestra que este tipo de "revisiones" suelen ser maquillaje para no mover la aguja real del bolsillo trabajador.
La escala salarial rige para todos los empleados incluidos en el Convenio Colectivo de Trabajo 130/75, que abarca a quienes realizan tareas en comercios minoristas y mayoristas, ventas en locales, logística, funciones administrativas, cajas, depósitos, puestos auxiliares y actividades relacionadas. Se trata del convenio colectivo con mayor alcance en el país.
En algunos casos, los empleadores se aprovecharon y aguardaron la homologación oficial para aplicar los aumentos, lo que generó pagos retroactivos en los recibos. En otros, las empresas decidieron otorgar los incrementos de forma anticipada, tomándolos a cuenta de la posterior homologación.
Los nuevos básicos para agosto, por ejemplo, van desde $1.056.054 para Maestranza A hasta $1.127.694 para Vendedor C, sumando los dos primeros incrementos del 1% y las sumas fijas de julio y agosto. El 6% escalonado sobre básicos de junio y las seis sumas fijas de $40.000, en un contexto donde la inflación acumulada anual ya superó largamente la expectativa oficial, son una verdadera sentencia de condena a salarios de miseria. A estas cifras hay que restarles los descuentos legales y, en algunos casos, sumarle adicionales o antigüedad. Aun así, son ingresos que no alcanzan para salir de la pobreza
Los detalles de la negociación: pulseadas, vetos y teatro de la burocracia
El trasfondo de la homologación es la pulseada que protagonizaron Cavalieri y las cámaras con el Gobierno. En abril, el sindicato había firmado un 5,4% de aumento no remunerativo ni acumulativo en tres tramos. El incremento se dividía en 1,9% a partir de abril, 1,8% a partir de mayo y 1,7% a partir de junio. Economía no lo había homologado por exceder el techo del 1% mensual que establecieron Milei y Caputo para todas las paritarias.
La legislación laboral vigente incluye la figura de "homologación tácita", que establece que cuando un acuerdo paritario no es homologado por la autoridad correspondiente, este se vuelve automáticamente vigente pasados los 30 días hábiles de su firma. Amparándose en la negativa oficial, muchos empresarios se aprovecharon para no dar los aumentos pactados en el acuerdo.
En mayo, la Secretaría de Trabajo citó a Cavalieri y a las cámaras para reformular las cifras, pero el gremio no asistió. Tras semanas de negociación entre empresas y sindicato, finalmente cerraron un acuerdo pero exactamente alineado con el techo oficialista: 1% mensual, sumas fijas y revisión lejana. Una "paz social" que descomprime el conflicto, pero que no resuelve el drama salarial de millones.
La política del techo salarial y el rol de la burocracia sindical
El telón de fondo de esta paritaria es el ajuste brutal que Milei y Caputo vienen descargando sobre la clase trabajadora. El Gobierno sostiene el “ancla salarial” a fuerza de techo en las paritarias y represión de cualquier intento de recomposición real. Lo vimos esta semana también enla homologación del acuerdo paritario de la UOM, en el que se dejaron afuera las sumas fijas pactadas
Este ajuste es posible gracias a la complicidad de la burocracia sindical, con Cavalieri a la cabeza, que negocia a la baja mientras los empresarios y el capital financiero se llenan los bolsillos.
Estos acuerdos “descomprimen” el conflicto para que el ajuste siga su curso, pero a costa de salarios de pobreza, doble empleo y jornadas interminables.
Es fundamental romper el techo salarial y las paritarias de miseria. No alcanza con cláusulas de revisión o sumas fijas que apenas tapan agujeros. Hace falta una suba de emergencia de salarios, jubilaciones y programas sociales para llevar el mínimo al valor de la canasta familiar (en junio: $1.128.398), incorporar cláusulas gatillo que actualicen los sueldos mes a mes según la inflación y recuperar todo lo perdido en los últimos años.
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