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Historia.Fundación de San Salvador de Jujuy: una historia que supera los 429 años de resistencia

Se cumplen 429 años de la fundación de la capital jujeña. En esta nota planteamos un repaso a estos más de cuatro siglos de historia, con muchas de sus aristas ocultas u olvidadas.

20 de abril de 2022

Recuento histórico
Desde las primeras incursiones del grupo de Diego de Almagro en 1535, los conquistadores españoles vieron la importancia estratégica del Valle de Jujuy por su comunicación entre la región del Plata y del Perú: por ello la insistencia en fundar una ciudad, siendo las dos primeras fallidas y perdurando la última.

El actual territorio de Jujuy estaba poblado por diversos pueblos originarios, que entre otros se podía hallar a los Atacamas, Kollas, Quechuas, Omaguacas, Guaraníes, Ocloyas y los Jujuyes, denominados así por los españoles, de quienes deriva el nombre de la provincia.

La resistencia de estos pueblos supo dificultar el avance de los incas primero y luego los intentos colonizadores de la corona española.

A la Primera

Don Juan Pérez de Zurita realizó en 1560 una fundación a la que denominó Ciudad de Nieva, en homenaje al nuevo Virrey del Perú, el Conde de Nieva.

El asentamiento estaba en una meseta que dominaba el valle como un balcón natural entre los ríos Grande y Xibi-Xibi que los españoles llamaron Chico, con una expedición de 30 soldados españoles fundó, por mandato del Virrey del Perú, Diego López de Zúñiga y Velasco, Conde de Nieva, un poblado, justamente dónde hoy se emplaza el barrio "Ciudad de Nieva".

A raíz de problemas jurisdiccionales con el Perú por el control del territorio del Tucumán, desde la gobernación de Chile se envió un nuevo gobernador para que sustituyese a Zurita, Don Gregorio de Castañeda, quien tuvo que respetar el asentamiento y prosiguió con los planes de Zurita fundando la ciudad, el 20 de agosto de 1561.

El grupo fundador se componía de vecinos de La Plata (Sucre) que tenían cédulas de repartimiento de tierras y encomiendas de "indios" en Casabindo, Humahuaca, Jujuy y Salta.

No hay datos precisos de cómo fue el tiempo que siguió al acto fundacional, aparentemente la ciudad sobrevivió hasta el año 1563 en condiciones muy precarias.

Fue destruida por una rebelión encabezada por Juan Calchaquí, jefe de un pueblo conocido como “Tolombom”, contra la esclavitud que el fundador, Gregorio Castañeda, quiso imponer a los habitantes del lugar.

Y va la Segunda

Esta fundación, se dio lugar catorce años después y fue impulsada por Francisco Toledo, Virrey del Perú, en el marco de la llamada Corriente colonizadora del Pacífico o del Perú, en contraposición a la Corriente colonizadora del Atlántico, que fue posterior.

En el año 1574, Toledo fue derrotado en la campaña contra los Chiriguanos, en la región de Tarija. Durante esas batallas conoció a Pedro de Zárate, un español establecido en La Plata (Sucre) que aceptó la orden de fundar una ciudad en el Valle de Jujuy. Zárate conocía la zona, pues tenía posesiones en tierras y en indios, y había participado de la empresa de Pérez de Zurita. A los cincuenta hombres que Zárate había reclutado en La Plata y Potosí se sumaron los veinte enviados por Gonzalo de Abreu, gobernador del Tucumán, en apoyo de la empresa.

La fundación de la ciudad es llamada, Ciudad de San Francisco en la Nueva Provincia de Álava, tuvo lugar el 13 de octubre de 1575.

Los españoles de Álava abrieron acequias y construyeron viviendas durables. Sin embargo, la campaña contra los calchaquíes fue considerada más importante que la protección de Álava. Zárate también acordó con este criterio, por lo que partió con sus tropas a reforzar las de Abreu. En Álava solo quedaron 22 personas.

El primer ataque ocurrió a los siete meses y medio de haber sido fundada la ciudad, aparentemente por parte de los Omaguacas. Los documentos señalan que este hecho ocurrió el 25 de mayo de 1576 en ausencia de Zárate. Los nativos rodearon el reducto y mataron con sus lanzas a los que se atrevieron a salir.

Los diversos documentos, que mencionan la ciudad permiten conjeturar que la ubicación del fuerte era próxima a la zona del barrio Punta Diamante de San Salvador de Jujuy, donde se erige actualmente un monumento recordatorio de la colonización fallida de Pedro de Zárate.

Tercera fundación

Esta empresa se realizó a pesar de las muchas opiniones que se dejaban oír en contra de la fundación de una ciudad sobre el Valle de Jujuy, la mayor parte de los vecinos, capitanes y soldados de Salta recordaban el fracaso de las dos fundaciones anteriores y temían que los indígenas con el triunfo, atacaran Salta. Pero la política del Virrey Toledo en implantar definitivamente el dominio colonial en los territorios, que serán parte del Virreinato del Perú, sumado a otras fundaciones en la región, alienta la fundación en el Valle de Jujuy por su importancia para asegurar el pasaje entre la gobernación de Tucumán y el Alto Perú, donde esta la mina de Potosí.

Francisco de Argañaraz y Murguía pagó por mercaderías, alimentos, carretas, caballos, armas, el servicio de los soldados y los servicios de muchos indios yanaconas para cargar y conducir las carretas. Invirtió su patrimonio personal en esta empresa para luego de la conquista, tomar cargos importantes para él, su familia y los españoles que lo acompañaron.

La caravana viajó durante 20 días y llegó en Semana Santa. El lugar elegido es el mismo que en la actualidad ocupa la zona céntrica de San Salvador de Jujuy. Argañaráz determinó que fundaría el lunes 19 de abril de 1593 la ciudad de San Salvador de Velazco en el Valle de Jujuy.

El sitio cumplía con lo que le había recomendado el gobernador Ramírez "mucha abundancia de tierra fértiles" y "por estar entre los dos ríos", contaba con el agua que podría necesitar para regar las tierras que se cultivarán y pronunció un discurso sintetizando las razones de la fundación. Es importante recalcar que unos años antes, Ramírez de Velasco, gobernador de Tucumán dirigió una expedición militar donde derrotó a los pueblos sublevados ante la segunda fundación del asentamiento español en el Valle de Jujuy.

El discurso fundacional de Arganaraz, señala los objetivos del asentamiento y la “civilización” conquistadora:

"Que es notorio en esta dicha provincia el ha venido en este dicho Valle de Jujuy y asiento donde está con ella a poblarla y conquistar los naturales que están de guerra rebeldes contra el servicio de su majestad para que su real corona vaya en acrecentamiento de la palabra del santo evangelio y cosas de nuestra santa fe católica y reciban el santo bautismo y cesen los robos, muertes y daños....."

A su vez, se mandó a abrir un hoyo en el centro de plaza y plantó en él, un palo, que era una picota, símbolo de justicia. Argañaráz, viendo elevado en alto el símbolo de la justicia de su rey, dijo:

"Hoy, dicho día, en adelante, para siempre jamás, se nombre y llame esta dicha ciudad San Salvador de Velasco, en el valle de Jujuy, Provincias de Tucumán... así se ponga en todos los autos y escrituras que se hicieren... en el dicho hoyo y picota se ejecute justicia públicamente contra los delincuentes y malhechores..."

Esto fue el preludio del accionar de los conquistadores, ya que en 1594, Francisco de Argañaraz atrapa al líder quebradeño Viltipoco, curaca de los Omaguacas de Purmamarca, que desde 1589 lideraba una amplia coalición de comunidades rebeldes que según las crónicas españolas dirigía a 10.000 combatientes de la quebrada y la puna. Probablemente mediante una traición los españoles logran descabezar la rebelión que había aislado, durante mucho tiempo, a la gobernación de Tucumán y que era un peligro latente para los poblados españoles del noroeste, entre ellos la futura San Salvador de Jujuy.

Mientras tanto, los Paypayas, otro pueblo rebelde del valle de Palpalá, seguían siendo un peligro; pero son detenidos por la orden jesuítica, al mando de Francisco de Córdoba y la “aparición” de la Virgen de Río Blanco.

A su vez se reconoce que las epidemias y las condiciones de trabajo que se les imponía a los pueblos de los Paypaya, los Ocloyas y Osas, los primeros convertidos al cristianismo, llevaron a diezmar la población de la que solo 15 miembros vivían para fines del siglo XVII.

Por ende, las epidemias, las expediciones militares y la posterior evangelización, fueron las claves del quiebre de la resistencia de los pueblos originarios en Jujuy.

Ninguna pasividad. Reacción y resistencia
La combatividad de los pueblos originarios a lo largo de los siglos, ha sido marcada por persistentes acciones frente a la situación de opresión que se les había impuesto. La fundación de Jujuy no debe ser contada sin considerar el porqué de la resistencia de los pueblos originarios.

Así, la problemática de la apropiación de tierras y la posterior imposición de la hegemonía del estado nación Argentina en el siglo XIX, después de la época de revoluciones en América Latina, impide, actualmente, la autodeterminación de los pueblos; y la han marcado a sangre y fuego por los enfrentamientos entre indígenas-campesinos y el estado. Un ejemplo paradigmático fue la batalla de Quera.

En la tarde del 4 de enero de 1875, las milicias de Jujuy y Salta enviadas a la puna a restablecer el orden, unos 1100 hombres, encontraron a más de 800 indígenas-campesinos. El enfrentamiento desigual dejó 194 indígenas muertos y 231 prisioneros entre ellos 87 heridos, la milicia solo había perdido 73 hombres, según las fuentes de los vencedores.

Según el historiador, Gustavo Paz “el gobernador podía jactarse de haber deshecho completamente las hordas salvajes y restablecido el orden en la puna jujeña, imposición del orden estatal en los confines del territorio argentino” Tal como lo requirió la oligarquía local para quiénes había sido aplastada la última montonera que subsistía a la república.

Aquella resistencia, reivindicaba la propiedad común de sus tierras, de allí su insistente demanda en transferir las tierras a la esfera fiscal, que recalca el deseo de librarse de los propietarios y de las cargas que les imponía el sistema de arrendamiento. Su represión fue cruenta y en la memoria de los campesinos se recuerdan escenas de horror con fusilamientos en las plazas de los pueblos de la puna.

Sin embargo, a pesar de la dura represión que siguió a la derrota de Quera, la protesta campesina indígena por las tierras no cesó y, también, su pelea por la autodeterminación.

En defensa del agua y de la vida

Actualmente, las comunidades originarias se enfrentan a las políticas extractivistas y de saqueo que impone el gobierno nacional de Alberto Fernández y el gobierno provincial de Gerardo Morales, que con la explotación minera de litio (entre otros proyectos mineros), ha dividido a las comunidades; obligandolas a elegir entre “tener trabajo y crecimiento”, un empleo bajo condiciones laborales muy duras o el impacto ambiental: la faltante de agua, muerte de ganado y cultivos, además de la flora y fauna autóctona.

Convirtiendo las tierras y su población en “zonas de sacrificio” que argumenta la irracionalidad del capitalismo, que se vende como desarrollo y progreso mientras se paga al FMI (Fondo Monetario Internacional). Este organismo internacional que ningún ciudadano argentino votó, cogobierna y decide sobre la política del país, por decisión política consensuada entre Juntos por el Cambio y el Frente De Todos.

A su vez, los derechos de las comunidades, reconocidos en la Constitución Nacional, tras años de resistencia y rebeliones, son vulnerados constantemente.

Mientras, Gerardo Morales le tweetea, a empresarios multinacionales ofreciéndole los recursos de la provincia. Dando una muestra descarada de la “venta” que hace de los territorios de Jujuy, que no importa si es reserva natural o tierras comunitarias. En los últimos años, Jujuy se ha rifado a inmobiliarias, mineras y grandes empresarios como Blaquier.

El contexto de deuda de la provincia explica porqué “el desarrollo” de Morales implica el avasallamiento del ambiente, de derechos en los pueblos originarios y campesinos. Así, como también política neoliberal del mercado, que se lleva las riquezas en metales de nuestra provincia y deja ínfimas migajas, más la contaminación y destrucción.

Jujuy, ubicada dentro del “triángulo del litio”, por su riqueza en los salares, que en total la región contiene el 80% de las reservas mundiales de litio en salmuera, delimitada por el salar de Uyuni (Bolivia) al norte, el salar de Atacama (Chile) al oeste, y la Puna Argentina al sur (el salar del Hombre Muerto, Salinas Grandes, cuenca Olaroz-Caucharí, salar del Rincón y Laguna de Tres Quebradas, entre otros).

Se genera, entonces, una nueva etapa de avasallamiento de derechos de los pueblos originarios, incluso ya existen 46 proyectos mineros de litio en el país, concentrados en su mayoría en Salta, Jujuy y Catamarca; dado que la demanda global del litio se ha disparado, debido a la importancia de las baterías de litio en la industria electrónica, especialmente en el desarrollo de vehículos eléctricos y energías renovables. ¿Pero a qué costo, bajo este sistema productivo?

19 de abril, nada que celebrar

En pleno siglo XXI los pueblos originarios de Jujuy no tienen nada que celebrar, aunque el gobierno realice actos con globos y desfiles de colores.

Oscurecer, opacar un proceso tan complejo como fue la fundación y la colonización sólo acalla voces y crea una historia oficial de vencedores, que hoy oprime y persigue a los que luchan.

La colonización de la región a través del genocidio hasta hoy, bajo los estados capitalistas; continua con los pueblos indígenas explotados y expropiados de sus propios territorios, ahora, en favor de los grandes empresarios de la megamineria, el agronegocio y la especulación inmobiliaria que siguen haciendo millones.

Para conquistar sus derechos a su cultura y, por sobre todo, a sus tierras, es vital, que unan sus luchas a la de los trabajadores y trabajadoras, desocupados, mujeres, disidencias y juventud que se pueden enfrentar en las calles ante los planes de los gobiernos nacional y provincial de reforzar la sumisión a los organismos internacionales, como el FMI.

También es necesario que la clase trabajadora jujeña, descendiente directa de los pueblos originarios, haga propia la defensa de todos estos derechos, para reivindicar su legado de cinco siglos de resistencia. (LID) Por Cintia Vargas

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